El sol penetraba el cristal de la ventana de aquella mañana y pegaba en mis mejillas. Observaba el Sol como si se tratara de un astro singular, único, como si fuera la última vez que podría verlo.
- ... y ese es el trabajo que tienen que hacer para mañana, ¿si? -terminó diciendo la profesora de Comunicaciones Intergalácticas Audiovisuales.
- ¿Eh? -exclamé a mi amigo por lo bajo - ¿Qué trabajo?
Salimos del Salón de Recursos Intercomunicadores y nos dirigimos al aula virtual Z, donde nos enseñarían a actuar ante una determinada situación por medio de una simulación.
-Hay que escribirle una carta a alguien de Wyr, quien sea, preguntándole cómo son las cosas allá, etc -explicó Duncan. Nunca me gustó ese nombre, pero mis prejuicios tienden a ser erróneos y Duncan se tornó a ser mi mejor amigo.
Wyr es nuestro planeta vecino. En realidad, más que vecino: compartimos la misma órbita y el mismo Sol. Son gente muy diligente y voluntariosa, con aptitudes ganadas ya en su infancia para la fabricación de productos tecnológicos, como naves interestelares, transbordadores espaciales y otras herramientas revolucionarias. Siempre los consideré como un planeta de habitantes muy capaces e inteligentes. Sin embargo, Wyr era un planeta de artesanos.
Soy Guss y vivo en Niro, el planeta de los burócratas. Los de Niro fueron quienes originalmente planificaron el Proyecto Yin Yang, que más tarde sería denominado Comunidad. Cuando se desató la guerra, un grupo de personas pacifistas sugirieron la implementación al mundo de una sociedad de bienestar común, en donde los unos y los otros se complementen y necesiten, se ayuden y obedezcan, se entiendan y debatan políticamente cualquier improbable diferencia. China quería evitar su papel como potencia en la guerra y financió el proyecto.
Pero estos ideales jamás podrían verse materializados en un mundo tan destruido como había quedado la Tierra durante los años de guerra. Por eso China logró aliar a Japón, Estados Unidos, Canadá, Rusia, y Gran Bretaña al Proyecto Yin Yang. Así, y con un financiamiento económico más poderoso, ese pequeño grupo pacifista logró transportar sus principios a otra galaxia. Se la llamó Órbita Adán y Eva, simbolizando el inicio de una nueva generación de autosuficiencia y convivencia neutral.
Salí al patio un minuto más para hechar una última ojeada al sol. Me sorprendií al notar que todos estaban mirando al cielo. El cuadrado patio se hallaba ocupado por estudiantes atónitos que observaban un pequeño punto negro en el firmamento.
El punto comenzó a agrandarse, a expandirse; se estaba acercando con rapidez hacia ellos, con mucha rapidez.
Un sonido molesto brotó de los parlantes. Era una alarma y, según el Régimen dictado por las escuelas, ese sonido en particular indicaba que había que buscar refugio.
- Atención a todos los estudiantes, permanezcan calmados y diríjanse de forma controlada a los refugios contra residuos espaciales. Esto no es un simulacro. Repito. A todos los...
- ¡Guss! -llamó Duncan - ¡Deprisa, vamos!
Me quedé paralizado, incapaz de reaccionar. O tal vez sabía que no importaba qué tan cubiertos estemos o qué tan buenos sean los refugios ni qué tan bajo el suelo estén... el meteorito impactaría en el mismo patio donde estaba apoyando mis pies.
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Ápside
Science FictionDespués de la Tercera Guerra Mundial, la sociedad forma una distópica comunidad para restablecer el orden en otra galaxia. Compuesta por dos planetas, la Órbita Adán y Eva alberga la transición de Wyr, el mundo de los artesanos, y Niro, donde reside...