Capítulo 23

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Acosté a los niños en casa de melisa y le di a maya los veinte besos de buenas noches que me pedía. Iker quiso uno y tenía que ser en la mejilla izquierda.

Estaba cansado después de un día de trabajo de organización con un cliente nuevo, pero tenía muchas ganas de ver a Derek. Hacía días que apenas pasábamos unos minutos juntos. Él había estado trabajando de noche en el hospital.

melisa se ofreció a cuidar de los niños porque esa noche se quedaba en casa. Había invitado a Anita Parker a ver un documental sobre Área 51. Así que en cuanto mis criaturitas estuvieron en la cama me fui, esperando acabar yo en la de Des.

Recorrí la calle hacia casa de los Pullman paseando, oyendo a los grillos

y oliendo una hoguera lejana. Qué callecita tan bonita. Bell Harbor era un sitio maravilloso para ir de visita. Era una pena que mi nuevo amor y yo no viviéramos siempre allí.

Llegué a casa de Derek y entré sin llamar. Él estaba de pie en la cocina,

observando el lago a través de la ventana. Se dio la vuelta y su expresión de disgusto me produjo un escalofrío. ¿Debería haber llamado?

—Hola, Stiles. —Asintió a modo de saludo, pero no sonrió y el escalofrío se convirtió en congelación.

Señalé la puerta con el pulgar.

—Hum, ¿tendría que haber llamado?

Él frunció el ceño.

—¿Qué? Oh, no, claro que no. Oye, ¿quieres una copa?

Yo quería salir y volver a entrar para empezar otra vez.

—Ah, sí. ¿Qué bebes tú?

—Whisky. —Su tono era desafiante, como si me retara a contradecirlo.

—¿Estás bien?

Me miró fijamente, pero me pareció que no me veía. Luego suspiró

profundamente y meneó la cabeza.

—Dios, perdona. Ha sido un día horrible. Ven aquí. —Dejó la copa y se acercó a la encimera para abrazarme. Reaccionó a mi abrazo con tensión, pero apoyó la mejilla en mi pelo y dijo—: Estoy muy contento de que estés aquí.

Me incliné hacia atrás y lo miré a la cara.

Cejas fruncidas, facciones tensas, no parecía contento en absoluto.

—¿De verdad? —pregunté.

Asintió una vez con otro gran suspiro.

—Sí. Tú eres lo mejor que me ha pasado en todo el día. Ven, bebe algo.

Dejé que me llevara al interior de la cocina.

—No quiero whisky, es una bomba —dije—. ¿Tienes vino?

Abrió una botella, me sirvió una copa y la llenó mucho más de lo socialmente aceptable. Intenté charlar un poco, pero me ignoró, ni siquiera se rio cuando le conté que melisa había tratado de patinar con Scott.

—Cuéntame de este día horrible —dije finalmente.

—No. —Negó con la cabeza y se bebió otro whisky—. Ya sé que hablamos de ir a ver una película o algo, pero ¿te importa si nos quedamos aquí y vemos la tele, por ejemplo?

—No, me parece bien.

Me dio una palmadita en la mano y me llevó al sofá. Nos sentamos y se puso a pasar canales a toda velocidad con el mando a distancia. Se comportaba de un modo tan peculiar que yo no sabía qué hacer. Era obvio que no quería hablar, y no parecía que prestara demasiada atención a la programación. Me quedé sentado en silencio, esperando a que descargara lo que tenía en la cabeza.

Mi Segunda Primera Vez ||Sterek UA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora