por Lonso
Primer día
Llegué a mi departamento con mucha prisa. Estaba realmente enfurecido con mi mala suerte, que había mellado del todo mi dignidad en este mes. Primero, me habían robado la billetera con el dinero de mi mensualidad. ¡Ojalá se pudra el ladrón! El desgraciado corrió como el viento al coger la billetera. Después, mi relación de 5 meses con Cristian se fue al carajo. Solo necesito algo de tiempo, me dijo. Sí, claro. El muy imbécil andaba de novio con otro tipo a la semana. ¿Lo peor de todo? Debo verlos a los dos besuqueándose todos los días, porque estudiamos juntos en la universidad. Para completar, tanto problema me produjo diarrea. La vida es un asco.
—Malditos sean todos los hombres —dije entre lágrimas, golpeando la pared.
Lo único que conseguí con todo esto fue lastimarme la mano izquierda. ¡Lo que faltaba! Con mi desánimo, solo atiné a lavarla, esperando que pasara sola la inflamación. Me acosté en la cama y dormí toda la tarde. Cuando desperté eran las 11 de la noche. Observé el oscuro firmamento rodeado de estrellas, con una preciosa luna llena, que me hizo recordar los momentos que estuve con Cristian… ¡¡Malditos hombres!! Son todos unos imbéciles calientes que te cambian cuando les mueven la cola.
Me aburrí, después de mi desastrosa vida amorosa, un fallido romance tras otro, decidí comprar un gato al día siguiente. Él nunca me engañaría… ¡Malditos hombres! Quería tener un amor como los de los manga, donde el chico te conquista poco a poco. Sí, esos donde uno rechaza al pretendiente, él te viola de manera tan romántica que al final ya no es una violación, y viven felices para siempre. Lo admito, soy un fundashi enfermo y pervertido.
Con la idea de mi hombre ideal, cogí mi block de dibujo y me dispuse a dibujarlo. Tenía que ser alto, 1.84, moreno con ojos castaños, espalda ancha, musculoso, pero no exageradamente, sino más bien como un boxeador de peso medio. Su mata de vello bajaría desde su ombligo, hasta rematar en un gran miembro. Sí, soy un degenerado. Pero mi prima me contó que 20 cm se sentían realmente bien dentro de uno, así que lo dibujé grande y grueso. Después, dibujé las manos grandes, y el único nombre que se me ocurrió fue Mateo. Era un nombre bonito que oí en alguna parte. Él debía ser todo lo que yo quería: fiel, tierno, protector, amigable y sobre todo un buen amante, que además supiera cocinar y fuera directo con las personas.
Admiré mi dibujo con satisfacción, después de darle un debido “homenaje”. Me quedé profundamente dormido después de dejar mi dibujo junto a la ventana por la que entraba la luz de la luna.
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Segundo día
Esa mañana, desperté temprano. Dormir es un buen recurso para mantener la juventud. Estaba por levantarme de la cama cuando sentí una mano que me agarraba de la cintura, impidiendo que saliera de la cama. La mano me empujó hacia atrás, y sentí un pecho contra mi espalda. Entonces, me doy cuenta de que me dormí totalmente desnudo, ya que sentí algo muy duro y caliente contra mi espalda baja. Esto hizo que forcejear y cayera de la cama, dando un sonoro alarido.
Después de sobarme la frente, se me cruzó una importante pregunta. ¿Quién era el chico que estaba desnudo en mi cama? Me levanté, asomando la cabeza lentamente por el borde de la cama. Unos ojos castaños me miraban fijamente. El dueño de los mismos torció los labios dándome una sonría bastante coqueta. Me levanté de golpe, sintiendo las mejillas completamente rojas, y como pude articulé algunas palabras.
—Tú… ¿quién diablos eres? —grité nervioso y sonrojado.
—Soy tu chico ideal —me respondió de manera seductora. Después de eso, no pude evitar perder el conocimiento debido a la sorpresa.