Capítulo 1: El regreso de la reina

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Jemma

El Bifröst nos dejó a mí y a Thor en la entrada de la ciudad de Glerheim.

Mi bello pueblo no había cambiado en nada al pasar del tiempo, en comparación con Asgard que ha cambiado un sinfín de veces.

Las lágrimas empañaron mi visión al ver mi mundo. Era tan hermoso como recordaba y me hizo sentirme tranquila. Por unos minutos no había recuerdos dolorosos.

—Así que...—Thor rompió el silencio—, ¿esto es Glerheim?

—Así es.

No pude evitar sonreír con orgullo. Este era mi mundo y yo era su reina.

—Es muy bello. Ahora entiendo porque le llaman la ciudad de cristal.

— ¿Nunca había venido?

—No, nunca.

Miré el rostro de mi rubio amigo. Estaba maravillado con aquella ciudad. Mi ciudad. Sus ojos azules brillaban en contraste con el cristal y su boca esta semi abierta de la impresión.

A lo lejos pude divisar un grupo de guardias de Glerheim caminar hasta nosotros. Al estar frente al dios de trueno y su reina se arrodillaron.

—Mi reina—dijo uno de ellos alzando su vista hacia mí—, nos honra con su llegada—todos se pusieron de pie—. Estuvimos esperando su llegada con ansias. ¡Traigan un carruaje para la reina!

A los pocos minutos un bello y elegante carruaje de Glerheim apareció ante nosotros. Thor y yo nos subimos y el carruaje nos llevó hasta el palacio. Paseamos por la calle principal. Ahí había mucha gente gritando mi nombre con emoción y alegría. Todos estaban felices por mi llegada.

Sonreí dulcemente y saludé a mi pueblo agitando la mano con movimientos gráciles.

—Se ve que te quieren—dijo Thor mientras observaba por la ventana del carruaje a mi pueblo.

—Si—me sentí algo nostálgica—y eso que no he pasado tiempo suficiente tiempo con ellos.

Llegamos al palacio y ahí en la entrada mis padres estaban esperándome. Ambos estaban tomado de las manos y ver aquella imagen hizo que mi corazón descansara. Max no había podido lastimar a mi familia.

Los guardias abrieron la puerta y no pude resistir más tiempo. Bajé corriendo del carruaje para abrazar a mis padres biológicos. Los extrañaba y necesitaba abrazarlos como si fuera una niña pequeña muerta de miedo. Pero en aquellos momentos eso era yo. Una niña pequeña muerta de miedo y de dolor por perder lo que más amaba en el mundo.

— ¡Mamá! ¡Papá! —los abrace a ambos.

Los dos me recibieron con los brazos bien abiertos y me abrazaron con mucha fuerza. Besaron mis mejillas, mi frente, nariz y parpados. También les di besos a ambos en la mejilla y me costó no ponerme a llorar como una niña pequeña. Aun que así es como me sentía ahora. Como una niña pequeña que había perdido lo que más amaba.

—Oh, cariño—dijo mi madre con lágrimas en los ojos—. Lo lamento tanto. No sabía el monstruo que era Max.

—No te preocupes madre.

Limpié sus mejillas por las lágrimas que corrían de sus ojos.

—No debí obligarte...—la interrumpí.

—Shhh... basta. No debes culparte. Todo está olvidado.

La volví a abrazar.

—Jemma—dijo mi padre interrumpiendo el momento—, ¿Quién es el joven que te acompaña?

Let it go, let her go (Safe and Sound, segunda temporada)Where stories live. Discover now