En el país de Francia, en un bosque lleno de hadas había muchas en donde había dos amigas que eran inseparables, nadie es más bella que María excepto su hermana Ana. Pero nadie es capaz de saberlo, porque nadie ha conocido jamás a María.
Cuando las dos hadas hermanas nacieron, se formaron en una gótica de rocío mañanero que se quedó en los pétalos de una hermosa rosa roja. Allí crecieron las dos hadas, envueltas y seguras en el interior de la flor. Y aunque la curiosidad les motivaba a salir al exterior, ninguna de las dos se atrevía a hacerlo por temor a lo que pudieran pensar de ellas las otras hadas.
María y Ana pensaban que eran feas y que jamás serían tratadas con amabilidad. Vivían con tanto temor que no se les ocurría salir de la flor. Un buen día, María quiso salir, sin importarle lo que pudieran pensar de ella: "Si soy tonta y horrorosa, al menos seré de buen corazón, y trataré a todas las hadas con amabilidad para que me acepten entre ellas".
Su hermana Ana no estaba de acuerdo, y temblaba de miedo solo de pensar en que debía abandonar su cobija tan segura. De ese modo, María salió sola al mundo, y pudo ser contemplada a plena luz del día. El resto de las hadas, se rindieron a sus pies por lo hermosa que era, y los animales del bosque se reunieron cerca de ella para contemplar el brillo de sus ojos y la hermosura de sus cabellos.
Entonces, María quiso buscar a su hermana, para mostrarle lo equivocadas que estaban, pero no pudo recordar en qué flor se encontraba su hermana, pues existían cientos de rosas blancas en aquel lugar. Y aún hoy continúa Ana escondida entre las rosas rojas, con temor de salir afuera y sin saber que es la más hermosa de todas las hadas.