28.- Pensamientos

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Al terminar toda la fiesta, Dratør y Zerkanya decidieron viajar un tiempo solos, pensaron que vagar por los reinos camuflados sería perfecto por el riesgo que llevaba, así pues tomaron lo necesario y se encaminaron con ayuda de unos caballos, su primera parada fue en Lusteth donde compraron varios artefactos mágicos. La segunda en las ruinas de Naûvr donde hicieron un muñeco con varas como ofrenda, este ritual les fue enseñado por los Skitnú y era una manera de desear el descanso para los fallecidos en batalla.

—Yo llegué aquí gracias a Skylar, ella me encontró vagando y casi me asesina, pero luego al enterarse de mi situación me ofreció llevarme con su princesa quien juraba me ayudaría. Así fue como conocí a Dominique, ella al principio se portaba algo grosera pero me permitió quedarme en su reino mientras la reina no estaba, cuando ella llegó los príncipes también se enteraron de esto y entre todos decidieron adoptarme, en ese entonces yo seguía siendo un chiquillo que se quedó sólo, por segunda vez.

—Zerkanya, déjame contarte mi historia, esa parte que no conoces de mi infancia —ambos montaron un campamento y se sentaron junto al fuego, a Zerkanya la invadía la curiosidad.

—Mis padres murieron cuando yo era muy pequeño, no sé realmente lo que les pasó, estaba solo en el bosque, hasta que tu madre me encontró y decidió cuidarme, fui criado por ella junto con los otros hasta que cumplí seis y Astrel me buscó diciendo que yo era su sobrino y que en memoria de su hermano me cuidaría como si fuera su hijo, ahora que lo pienso lo que el realmente deseaba era un heredero poderoso pero como mi poder no era tan grande siempre me odió, me sobre explotaba con entrenamiento. Creo que por eso no hizo nada cuando me acusaron, y me exilió, no le servía. Lo único bueno de haber vivido ahí es que te conocí —le tomó la mano y sonrió levemente.

—Tú te sabes de memoria mi historia, lo importante aquí es que estamos juntos ahora y podemos construir una nueva historia, juntos —le acarició la mejilla con ternura.

—Quiero seguir complementando mi historia contigo Zerkanya, te amo —se acercó para besarla, ella correspondió su beso y al separarse se levantó y se dirigió a la tienda llevándolo con ella, había sólo algo que no habían hecho juntos y Zerkanya estaba segura de que sería totalmente especial. Así pues, ambos, unieron alma y cuerpo, entregándose mutuamente, para volverse uno solo.

****

—Sígueme —Seyrkan le indicó el camino a Alex, al llegar a su cabaña ella examino las cosas en el lugar, todo estaba lleno de ingredientes para elixires, artilugios de brujería y una sección donde había un enorme pedazo de cristal.

—Me parece impresionante, ¿desde cuándo se volvió hechicero? —pregunto con curiosidad.

—Mi maestra me capturó aquí cuando estaba herido, me ayudó a que la sangre infectada no me corrompiera y con cuidado y paciencia sanó mis heridas, me dejó vivir con ella y comenzó a enseñarme sobre magia, todo este tiempo he ido mejorando mis habilidades.

—¿Dónde está ella ahora? —él suspiró y le pidió que lo siguiera, ambos caminaron por el bosque hasta llegar al claro donde se encontraba la capsula de Lithia, Alex se sintió mal al saber lo que pasaba, se acercó y tocó las raíces, entre ellas se podía apreciar a Lithia en un estado durmiente en posición fetal.

—Pero es una niña —Seyrkan sonrió.

—Es la niña más inteligente que he conocido en toda mi vida —ella sonrió levemente y acaricio las raíces, sabía perfectamente cómo funcionaban y lo mucho que debería estar sufriendo en el plano al que fue enviada.

—Yo estuve en una de estas también, cuando era niña, unos humanos me capturaron y arrebataron toda mi energía prima con un aparato, creo que gracias a ese encuentro, años después pudieron rastrearme y me llevaron con ellos a su mundo. Fui vestida con ropa extravagante, vendida a esos asquerosos humanos, me mantenían encerrada en una caja por la que podía ver a través como ellos se aconsejaban, nunca dije una sola palabra, pero me habría gustado decirles unas cuantas verdades a esos malditos. Menos mal unos que resultaron no ser tan malos me ayudaron a esconderme cuando escapé, me contaron que su hijo se había involucrado en asuntos parecidos y que estaba desaparecido. El sujeto me contó que él provenía de aquí y que se enamoró de una humana y decidió vivir en su mundo —Seyrkan levantó la mirada y la observó sorprendido.

—¿Te dijeron algún nombre? —preguntó temiendo la respuesta.

—Sus nombres eran Maia y Jartré —la respiración del castaño comenzó a acelerarse, no podía ser verdad, aquella historia explicaba por qué se vio tentado por la magia de Sephyra y por qué su nombre era similar a los de esa tierra.

—¿Eran?

—Sí, los hombres malos me encontraron y los asesinaron.

—Maldición —pronunció en voz alta. —¿Pasa algo? —preguntó la otra.

—Ellos... ellos eran mis padres —confesó, ella se cubrió la boca con las manos.

—Lo siento mucho.

—No te preocupes, al menos me alegra saber que a pesar de que temían que Sephyra me dañara, te protegieron a ti... Nunca me pude despedir de ellos, espero ahora estén felices y puedan saber dónde y cómo estoy.

****

—Mi señora, ellos están bien, se encuentran vagando por los reinos.

—Me duele haberme perdido de la boda de mi propia hija, Sonaya, al menos me alegra saber que Lithia te mandó para mantenerme informada.

—A mí me alegra trabajar para usted y la señorita Lithia —el joven moreno hizo una pequeña reverencia antes de acercarse a la ventana y transformarse en un cuervo para salir volando. Justo a tiempo pues Astrel entró en la habitación, detrás de él la pequeña Zarina entró y fue directamente hacia su madre.

—Mami mira, puedo mover mis alas —la niña hizo un pequeño esfuerzo y las apenas formadas alas en su espalda se movieron levemente.

—Presiento que pronto tendrá su primera muda de piel y sus alas se formarán por completo, será increíble entrenarla para volar desde tan joven —exclamó Astrel, Sephyra no pronunció ni una palabra, simplemente sonrió levemente y abrazó a su hija.

Sephyra se sentía como una prisionera en ese lugar, con el tiempo se adaptó y hasta ese momento había soportado vivir como una reina, lo único que la mantenía cuerda estando ahí era tener a su hija Zarina con ella, aun así detestaba la idea de que pasara el tiempo y llegara el entrenamiento pues siendo Astrel su padre, la disciplina y exigencia estarán en su límite aún ella siendo una hembra y tan joven. En lo profundo de ella sólo quería que Zarina se salvara de la catástrofe. 




















Al otro lado del terreno Iscán preparaba la última fase de su plan, miles de soldados estaban preparando sus armas y armaduras para pelear. 

-Señor, la mitad de los soldados están listos -él asintió e hizo un ademan con la mano para indicarle que se retirara. 

-Zerkanya, tengo que hacerlo por ti, me duele tener que sacrificar algo tan importante para ti, pero si con eso puedo quedarme contigo, entonces lo haré, tienes que ser mía, estar a mis ordenes. 








Zerkanya y la rebelión de Varthrân【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora