Narra Lana:Era un día nublado, cómo la mayoría de las veces aquí en Virginia, casi núnca hacia calor, eso me gustaba mucho. Hoy empezaban de nuevo las clases, no estoy emocionada, bueno a quién le emociona volver a un lugar donde solo te estresan ¿verdad?. En fin, quizás lo bueno será que volveré a ver a mis amigas, Luna, Connie, Sophia y Clare...últimamente estuve hablando más con ella, aunque mi mejor amiga y confidente es Luna, ella me entiende mucho y siempre sabe que decirme, aunque a veces simplemente me dice que me fume un porro y listo, si...así es ella.
Mi nombre es Lana Berlusconi, no, no soy italiana. Mi padre es de decendencia italiana así que de allí el apellido gracioso.
Tengo diecisiete años, nací aquí en Estados Unidos pero a los tres años mi familia y yo fuimos a vivir a Italia durante dies años, por ende cuando cumplí trece regresamos, no fue complicado adaptarme ya que papá y mamá fueron muy estrictos con eso de aprender idiomas.
A veces hecho de menos a mis abuelos de Italia, ellos eran muy afectivos conmigo y con Chris.
Tengo un hermano mayor, su nombre es Christopher, el tiene veintitrés años, pero se fue a vivir a Italia con mis abuelos hace tres años, así que yo vivo con mis padres aquí en Virginia y finjo ser hija única, aunque la mayoría de las veces hecho de menos a mi hermano y sus bromas estúpidas.
No me considero una adolescente "emo" pero mis características son similares a las de una, y no me molesta en lo absoluto.
Mi estatura es de 1,68, sí, soy la más baja de mi grupo. Tengo la piel blanca y el cabello rubio, aunque mi cabello natural era castaño, me lo teñi a los quince años. Peso 57 kg, algunas dirán que estoy gorda pero yo me veo muy normal. Mis ojos son de un color avellana y tengo algunas pecas y lunares en la cara.
Me levanté y miré mi reloj, eran las cinco de la mañana. Me levanto muy temprano para poder desayunar sin apuros y ducharme tranquilamente, mi entrada al instituto es a las siete y media así que tengo tiempo de sobra.
Entré a ducharme media hora y al salir me puse mi patético uniforme, lo llamo así porque no me agrada mucho. Por cierto, mis padres me inscribieron en un instituto religioso, ¡¡fantástico!! (nótese mi sarcásmo), no soy atea o satánica ni nada de esas cosas pero tampoco me gusta estar en un lugar repleto de monjas que dan miedo.
Me peiné como normalmente lo hacía para ir al instituto, dos trenzas y mis mechones más cortos en los costados. Quizás parezca muy infantil pero es lo más fácil y cómodo para mi.
Cogí mi mochila y bajé las escaleras, llegué a la cocina y me serví un tazón de leche con cereales, tomé una manzana del refrigerador y lo guardé en mi mochila. Al terminar con mi desayuno lavé mi tazón y fui a cepillarme los dientes de nuevo.
Ya eran las siete en punto así que salí de la mansión y ya estaba un coche esperándome, mi padre es muy sobre protector así que me puso un chofer, me parece increíblemente innecesario pero no puedo discutirlo así que no tengo otra alternativa.-Hola Edward. -saludé a mi "chofer". Edward era un chico de unos veintiún años aproximadamente así que era como mi amigo.
-Buenos días señorita Lana. -saludó educadamente.
-Por favor Edward me tratas como si fuera una anciana que no acepta su realidad. -dije poniéndome el cinturón. -Ya te dije que solo me digas Lana, somos amigos.
-Claro, es que es mi trabajo y me cuesta tratarte así. -respondió comenzando a conducir.
-Pues acostúmbrate. -me puse mis auriculares y miré la ventana.
Al llegar tomé mi mochila y antes de bajar me despedí de Edward.
-Adiós Edward, gracias por traerme. -dije dándole un beso en la mejilla. El decía que yo era muy amable y agradable.
-A...adiós Lana.
Cerré la puerta del auto y caminé hacía la entrada, ahí ya pude ver a Luna y Clare hablando.
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Sweet Trouble
Teen Fiction¿Qué tan complicado y confuso pueden ser algunas cosas en la adolescencia?. De hecho hasta esa pregunta fue complicada. A todos los adolescentes que viven buscando su yo verdadero.