XIII

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Mi cabeza estaba hecha una maraña extraña de pensamientos y mi corazón era una revolución de sentimientos encontrados.

Sabía que no iba a solucionar nada si no lo hablaba con Joel, pero por ahora necesitaba espacio para pensar. Para poner en orden mis sentimientos.

-¿_______? -la voz de mi madre irrumpiendo en mi habitación me sacó de mis tortuosos pensamientos y la miré al pie de la habitación.

-¿Qué sucede? -pregunté levantándome de la cama.

Ella entró y se mordió el labio inferior. Parecía debatirse algo internamente.

-Joel ha llamado para avisar que vendrá. Me dijo que no te dijera nada, pero no puedo evitar sentir que algo no va bien, ¿Está bien que venga?, puedo llamarle y decirle que no estás. -dijo.

Yo me tensé por completo.

Los ojos se me llenaron de lágrimas. No estaba lista para enfrentarlo; no aún.

-No. No debió invitarse a venir así. Tengo que salir a la biblioteca. -mentí.

Sin decir una sola palabra salí de mi habitación después de tomar mi cartera y besar la mejilla de mi madre. Bajé las escaleras precipitadamente. No quería verlo. No iba a verlo, no hoy.

Abrí la puerta principal y la cerré detrás de mi.

Tan pronto como mis pies tocaron la calle comencé a correr.

Sentí el nudo en la garganta formarse, y ésta vez, dejé las lágrimas correr libres por mis mejillas.

¿Qué creer?, ¿Quién mentía?...

Corrí hasta que las piernas me dolían, las manos me escocían y la vista se me nublaba por las lágrimas. La garganta me ardía por el aire helado entrando a mis pulmones.

Cuando no pude correr más caminé. Caminé hasta que todos los músculos del cuerpo me dolieron y entonces, cuando el cansancio era tanto que no podía sentir, decidí que debía volver.

No podía reconocer las calles por las que andaba, pero no me preocuparía por éso ahora. Tomaría un taxi si era necesario.

Caminé hasta la primer avenida que encontré y tomé un taxi de vuelta a casa.

Esperaba que Joel se hubiera dado por vencido. No quería verlo, necesitaba una ducha y dormir.

Miré el reloj. Eran casi las nueve de la noche. Probablemente Joel ya se habría marchado.

Estaba sudada, la ropa se me pegaba a la piel de forma incómoda y mi cabello suelto sudaba de la raíz, provocándome unas ganas terribles de meterme a la ducha de inmediato.

Los ojos se me cerraban por el cansancio y tenía mucha hambre.

Sólo tenía un burrito y un helado en el estómago; y para ésas horas, necesitaba alimentarme.

Cuando entré por la puerta principal, el olor a comida hizo que el estómago se me retorciera y gemí por el hambre que sentía.

- ¡Ya volví! -anuncié.

Mi madre no me respondió así que me dirigí hacia la cocina.

Me congelé al instante cuando vi a Joel sentado en una silla del comedor.

-Joel decidió esperarte y me dio la receta de un estofado que hace Marina -dijo mi madre mientras servía un platón de un líquido espeso que me hizo agua la boca en cuanto lo vi. Tenía unas verduras nadando y trozos de pollo. Olía espectacular. -Le llevaré esto a tu padre.

Though I can't see you- Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora