Capitulo VI

44 3 11
                                    

Vi a Venezuela tirada en el suelo, estaba muy lastimada.

Yo: ¡¿que hacen?! ¡¿Venezuela?!

Venezuela: ¡A-Alemania! ¡Ayuda! ¡Agh!

En ese momento, antes de que yo hiciera algo, Venezuela recibió un golpe de parte de Canadá que la dejó dormida. En ese instante, mis instintos de protección actuaron de forma impulsiva. Me lancé sobre Canadá a encestarle todos los golpes que podía en esa cara de maldito demócrata (aunque ahora que lo pienso, yo también soy un país demócrata... ma vale mierda).

Yo: ¡rápido! ¡Llévenla la hospital!

En ese momento, España y Chile se llevaron a Venezuela, y en ese momento, Canadá se libró de mi, y hizo caer para que tardara en seguirlo. Golpeó a Chile fuerte, y esta se desmayó. España se fue huyendo, dejándonos solos a Canadá y a mi. Yo estaba furioso, y estaba por despertar a Nazi, pero no podía, debido a que Venezuela y Chile estaban cerca. Me lancé encima de él nuevamente, y me golpeó en la cara. Le respondí con una pisada en el estómago, la cual parece que ni siquiera le dolió un poco, me golpeó nuevamente en la cara y con una patada me lanzó lejos de él, al suelo. Cuando caí, me dolía todo, pero ignoré el dolor, porque no se trataba de mi, se trataba de Venezuela... se me lanzó encima, y por mucho que le intentara golpear la cara, no podía. Yo ya sabía que iba a perder esa pelea, así que me liberé e intenté cargar a Venezuela y a Chile lejos de Canadá, pero él me dió una patada en la cara, y me dejó en el suelo.

Canadá: te crees muy fuerte, pequeño...

Yo: ¡no tienes ni el más mínimo derecho de decirme "pequeño"!

Le di una patada en la cara, le daba golpes, pero parecía que no le hacía nada, y por mucho que quisiera, no me detuve. Cada golpe contaba, cada simple energía contaba, cada segundo de resistencia contaba, cada milímetro que me movía contaba. No le detuve, Venezuela me daba la determinación que me faltaba, cada vez que yo me quería rendir, veía a Venezuela, y me arrepentía de él solo pensar en rendirme. Pasó un largo rato, y yo todavía no me quería detener. Canadá estaba sin el más mínimo rastro de dolor, y no fue sino hasta que un momento, Canadá contraatacó, yo solo pensaba en no detenerme. Cuando Canadá contraatacó, me dio un golpe en la cabeza que me hubiera dejado inconsciente de no haber sido por mi estado mental en ese momento. Le agarré el brazo, y le di una patada que hizo que mostrara algo de dolor. Pensé en lo que sucedería si perdía esa batalla, y me daban cada vez más ganas de matar. Tenía sed de sangre, sentía que Nazi iba a despertar pronto si seguía así, pero dejé de pensar en eso y simplemente no me detuve. Estaba cargado de ira, estaba determinado a ganar, no quería cederle la victoria así de fácil. Como lo había predicho, Nazi había empezado a despertar, mi bandera se estaba tornando rojiza, y a mi brazo izquierdo apareció una bandera roja con una x deforme, yo lo ignoré, pero Canadá no.

Canadá: ¿q-que...? No, i-imposible...

Yo: ¡¿que sucede?!

Cuando hablé, me di cuenta de que mi voz había cambiado, estaba más monstruosa, un poco más grave. Me di cuenta de que mi bandera estaba cambiando de color y una x deforme estaba en mitad de mi cara. Me di cuenta de que Nazi estaba apoderándose de mi cuerpo, y poco a poco, dejaba de ver a Canadá como un enemigo, y más como a un objetivo. Fui a una velocidad alta hacia Canadá, el cual no estaba más que sorprendido, estaba sin palabras, se sentía vencido. En sus ojos vi el reflejo de mis ojos, los cuales estaban rojo vivo, y estaba sintiendo todo el ardor en mi cuerpo. De alguna manera, logró esquivar el golpe de Nazi, y por cada golpe que yo le daba, mi parte pacífica se estaba destruyendo, ya no sentía ni el menor rastro de piedad, ya solo sentía ira pura, ganas de ver sangre, ganas de asesinar a Canadá, ganas de torturarlo. Por cada golpe que me daba Canadá, yo lo quería cada vez más muerto, hasta el punto en el que llegaba a ver su funeral, te en su funeral, solo lograban enterrar su cabeza, porque el resto del cuerpo no lo habían encontrado. Eso solo era lo que yo imaginaba, y me impulsaba cada vez más. No estaba mostrando piedad ni en un golpe, cada golpe lo daba con intenciones de matar. Logré escuchar algunas de las cosas que decía Canadá:
¡Eres un monstruo!
Después de que fuiste vencido en las guerras mundiales, ¡al parecer por adentro no has cambiado en nada!
La segunda solo me impulsaba más y más, no quería mostrar ni el más mínimo rastro de piedad, pero luego de ver a Canadá después de todo, vi que de alguna manera no tenía ni una herida, en ese momento, me sentí débil. Nazi no había tomado control completo de mi cuerpo, así que fácilmente perdió el control de mi cuerpo. Cuando lo recuperé, sentía todos y cada uno de los golpes que me daba Canadá, yo los resistía todos, pero todo me dolía. No me quería rendir, sabía que si perdía perdería a Venezuela por siempre, y eso no quiero que suceda. Cuando recuperé el control completo de mi cuerpo, caí en el suelo. Estaba agotado, no me quedaban las fuerzas para pelear. Me acordé de Venezuela, me intenté levantar, pero Canadá me pisó la espalda, casi se montaba encima de mi. Sentí como cada uno de mis huesos traqueaban lente y dolorosamente, se tensionaban, y algunos se quebraban. En ese momento, recordé que yo siempre llevaba una navaja en mis bolsillos, y cuando intenté mover mi brazo derecho (el izquierdo estaba siendo agarrado por Canadá) a mi bolsillo izquierdo, Canadá me dió un golpe en la cabeza que debo de admitir, si yo tuviera el casco, aún así le hubiese dejado una hendidura y me hubiese dejado inconsciente. Me dejó inconsciente, no pude hacer nada al respecto, ya estaba pensando que me iba a asesinar, o creí que ya lo había hecho, el solo pensar en ese golpe me da dolor de cabeza.
Luego de no se cuanto tiempo estando inconsciente, desperté en...



Fin del Capítulo VI

Espero les haya gustado, si tienen alguna sugerencia, comentenla aquí, y si quieren apoyarme, dejen su voto, lo agradecería mucho nwn

Amor al otro lado del charco (narrado por Alemania)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora