Había una vez en la ciudad Capsol un mecánico que tenía tres hijas y que juntamente con su esposa, que era maestra, las educaban esmeradamente. La hija menor era la más popular de la vecindad siempre estaba ayudando y colaborando con ellos para quienes más lo necesitaban. Estrellita, que era su nombre, le fascinaba mucho los programas de patinaje que trasmitían por la televisión. A tal punto, que un día pensando en voz alta, dijo: - "Me gustaría tener unos lindos patines, para poder participar en los concursos" ¡No te preocupes mi niña, yo te lo compraré si sigues siendo una niña tan buena!, le dijo su madre, la cual la había estado escuchando. Así fue, la madre en cuanto pudo le regaló los ansiados patines a la niña. Lo que la hizo muy feliz en ese momento. Cada vez que podía estrellita practicaba largas horas hasta que se convirtió en una excelente patinadora. Sus amiguitos en cierta ocasión vieron la oportunidad de que se cumpla su ilusión de participar en un concurso de patinaje, cuyo premio mayor sería de quinientos dólares. Además, lo necesitaban para su amigo Manolito, que estaba enfermo. En un inicio Estrellita se emocionó, pero recordó que hacía ya un tiempo había notado que los patines se le estaban quedando pequeños. Por lo tanto, la niña se negó y les contó el motivo. Debido a que el concurso era para dentro de un mes, no los podrían conseguir, pues su padre se había quedado sin trabajo y le daba pena pedírselos a su madre, dado que era quien llevaba en ese momento la economía del hogar.
Sus amiguitos insistieron, porque reconocían las habilidades que tenía Estrellita. Entonces, acordaron en conseguir unos patines con los que pudiera participar. Por ello, decidieron inscribirla.
Los días pasaban, pero los niños no lograban solucionar el problema. Además, se les acortaba el tiempo.
Estrellita, por más intentos que hacía, aquellos patines ya no le quedaban.
La noche previa del concurso, Estrellita antes de acostarse, pide en sus oraciones por Manolito, quien necesitaba urgentemente el dinero. Aunque ya no le quedaba tiempo para conseguir otros patines.
La niña, mientas duerme, sueña que un ángel toma sus patines y le indica que se pueden hacer más grandes, pues eran regulables. Estrellita se despierta ansiosa y busca sus patines. Siguiendo las indicaciones del ángel, comprueba que los patines se adaptaban a sus pies; no cabía de felicidad, pero aun así esa noche tenía que dormir, pues luego le esperaba una dura competencia. A la mañana siguiente, Estrellita, desayunó como de costumbre para esperar a sus amigos que seguro vendría con alguna noticia. Por ello, apenas los escuchó, salió a recibirlos para darles la buena noticia. Los chicos se pusieron contentos marchándose inmediatamente al concurso, donde Estrellita demostró con todo su esfuerzo, que era la mejor. Inmediatamente, se dirigió a casa de su amigo que estaba enfermo, y le dijo: - "¡gracias a mis patines mágicos, hemos conseguido el dinero que necesitas para tu curación!"
La niña disfrutó de sus patines mucho tiempo, pues eran regulables y Manolito se curó.
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Estrellita y sus patines mágicos
AdventureUna niña muy ilusionada porque ansiaba tener..........