La sonrisa que parecía tener siempre en sus labios se ensancho a niveles inimaginables. Yo mismo no me podía creer aquello que había salido de mi propia boca, porque yo me había quejado muchas veces de que él fuese tan descarado conmigo como lo era. Pero ahora había sido yo quien decía como un idiota «tócame profesor Kim»; vergonzoso.
Como yo había anhelado, se irguió en frente de mí, nuestra altura siendo casi la misma, miró mis labios con el descaro del mundo y yo los entre abrí levemente ansioso por lo que venia, su mano derecha, grande y bonita se ubicó detrás en mi espalda baja.
Ese sencillo toque, me había causado corrientes eléctricas difíciles de ignorar. Mi piel se erizó y cuando me acercó más a él y juntó nuestras pelvis, cerré los ojos sabiendo lo que venía.
El primer roce de nuestros labios fue casi imperceptible, sin embargo eso no le quitó lo especial al asunto. Sus labios eran mucho más suaves de lo que imaginaba, sabían dulces, como a cereza. El que nuestros labios se estuviesen tocando me estaba volviendo loco, yo no podía negar que esto lo había querido hace mucho.
Un sonido obsceno hizo presencia cuando separamos los labios para respirar y luego él volvió a juntar nuestros labios, abarcando mucho más, su ávida lengua tocando cada rincón de mi boca, causandome cosquilleo en todo el cuerpo.
Sus manos apretaron mi cintura, y bajaron un poco más por mi trasero y luego tomando mis muslos y apretandolos, acción que sólo demostraba cuánto le gustaban, ya que él siempre había tenido esa fijación. Mis manos enredadas en su cabello suave y sedoso, jalando de algunos mechones que ya estaban llegando a su nuca, casi como un mullet.
Se pudo apreciar un jadeo ahogado cuando nos separamos para tomar aire, ya que nuestras partes de chicos comenzaban a tomar vida propia, exigiendo y anhelando atención gracias a un simple beso y puro toqueteo.
Yo estaba más contento que nunca, porque había tenido lo que quería; un beso del profesor Kim.
Él me miró extasiado y se lamió los labios quitando sus manos de mi cuerpo, dejando extrañamente el lugar frío. Apreté la incómoda mochila en mi hombro derecho y suspire secando mis manos. El profesor Kim dio pasos hacía atrás y luego habló con aquella voz que debía tener puramente al terminar un beso porque ésta se escuchaba ronca y jadeante, moja bragas y aprieta pantalones.
—No podemos arriesgarnos aquí, te daré mi número, y conversaremos para ver dónde —dijo dándome una sonrisa corta, se sentó en su lugar y me tendió una pequeña tarjeta con lo que era su información. Yo asentí como buenamente pude y me di vuelta estando algo incómodo. —. Nos vemos, Jungkook.
—Nos vemos, Taehyung.
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Tócame | Vkook+18
Fiksi PenggemarKim Taehyung era el dulce profesor de literatura, un hombre culto y lleno de tantas cosas buenas como malas. Su clase en la universidad de Seúl era de literatura, y no había nada que le gustara más que enseñar eso. Él era lo contrario a problemas...