XXXIX

91 17 4
                                    

Artemisa cae al suelo y golpeo la barrera que nos separa, sollozando de dolor. Sé que no está muerta, porque sé que yo también lo estaría de ser así, pero verla tirada en el suelo rompe mi corazón.

—Sólo unos segundos más, Ro —pide Apolo, abrazándome, su campo de protección cubriéndome frente a toda la energía que acaba de ser liberada. La que ella tomó en su cuerpo y después liberó.

Los segundos se vuelven horas mientras esperamos a que el aire se aclare, la energía por fin desvaneciéndose en el aire, dejándonos ver con certeza qué logró con ese truco. A pesar de que, según Apolo, nunca la vio hacer algo semejante. Tan pronto la barrera cae, corro a ver en qué estado se encuentra, pero parece sólo estar en un profundo sueño, su pecho subiendo y bajando a medida que respira pausadamente. Lento, pero suficiente.

—¿La Oscuridad? —cuestiono al sentir sus latidos normales bajo mis dedos.

—Sí —confirma Hécate, apoyando su mano sobre mi hombro, intentando transmitirme tranquilidad.

Artemisa... no puedo perderla de nuevo, y esto se siente de esa forma. Nos protegimos de la muerte, pero no de esto... ni siquiera sé cuándo puede despertar, sólo me queda esperar que sea pronto. Que encuentre el modo de volver a mí, una vez más.

Un leve gruñido a mi lado me hace reaccionar y levantar mis armas, mi entrenamiento cada vez sorprendiéndome cuando sale a flote. Zeus se mueve y todos nos acercamos, las armas dirigiéndose hacia él desde todos los ángulos posibles. ¿Cómo es que él está vivo a pesar de todo ese uso de energía?

Abre los ojos y un poder que nunca había sentido lo llena todo, generando aún más tensión en el lugar. Zeus se sienta, una mano apoyada en su cabeza, como si sufriera de algo tan humano como un dolor de cabeza, y nosotros retrocedemos unos centímetros, sin bajar nuestras armas, por lo que nos mira extrañado.

—¿Quién eres tú? —cuestiona, fingiendo no reconocerme—. Apolo, ¿qué hace esta cazadora apuntándome? ¿Acaso no sabes a quién te enfrentas, rebelde? —sisea y se levanta apresurado, perdiendo el equilibrio en el proceso.

Lo observamos sin saber qué hacer, mira a su alrededor, al Olimpo y toda la destrucción que hemos causado, los muertos que su ego provocó y lo quiero golpear con fuerza. ¿Jugar a perder la memoria?, ¿en serio?

—Zeus, detén eso, nadie te va a creer —se burla Apolo, al parecer pensando lo mismo que yo, y lo miro alzando una ceja mientras él se encuentra de brazos cruzados observando impaciente a su padre.

—¡No entiendo qué pasa acá! —grita, molesto y preocupado a la vez, al ver que todos estamos en su contra.

—Dinos qué es lo último que recuerdas, entonces. —Lo escudriña Atenea, en la misma posición que Apolo, ambos cubriendo con sus cuerpos el de Artemisa, protegiéndola.

—Recuerdo... hablar con Helios y luego apareció... —Intenta recordar—... HIPNOS, ¡MALDITO IDIOTA!

Ruge lleno de rabia y en un segundo chasquea sus dedos, quien supongo es el famoso Hipnos apareciendo frente a nosotros, sólo que él se encuentra en el mismo estado que Artemisa, en un sueño profundo, del cual, por más que lo intentamos, no despierta.

**

—No estoy segura de confiar en su historia. Según sus datos, eso ocurrió hace siglos —Hera luce contrariada, frotando sus sienes con fuerza.

—No está mintiendo, lo sé, Hécate también lo confirmó. Ahora debemos preguntarnos por qué Helios haría algo así.

—Tú sabes las historias, Atenea, ¿qué razones tiene para ir en nuestra contra?, ¿o utilizar a Zeus?

Alguien Que Amaste (Serie Más Humanos Que Dioses 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora