᪥ 10 ᪥

248 22 2
                                    

Elsa

Estaba entrenando en el bunker para tratar de pasar mi aburrimiento. Al principio, es decir hace dos días, creí que ser un super héroe sería más divertido, pero la verdad es que hasta ahora sólo salvé a dos chicas de un simple robo con cuchillo siendo Elsa, por lo que aún nadie sabe sobre mi existencia, especialmente porque ni siquiera he tenido la oportunidad de salir a usar mis poderes o ponerme el traje, a pesar de que no usarlos es lo que menos me molesta, aún se me es difícil controlarlos, y honestamente con los guantes es aún más difícil.

Ya era capaz de tocar las cosas sin congelarlas, o al menos la mayoría del tiempo y es por eso que desde que los descubrí comencé a volverme algo ajena a Anna, las chicas y mamá, especialmente después de congelar por accidente 30 minutos la mano de Hicc, no es algo de lo que me sienta orgullosa pero me parece más útil esconderme a practicar a que salir con guantes mientras sigue siendo verano.

Le di al botón de la máquina de pelotas de tenis y al momento que comenzaron a salir les trataba de disparar rayos de hielo. De 25 pelotas le di a 21 y solamente 19 fueron las que les di con control y fueron simplemente cubiertas por una capa de hielo, el resto ya ni siquiera tenía una forma definida, aunque es mucho a lo que había logrado antes.

Ya cansada de tratar con mis poderes decidí comenzar a probar con mi agilidad. Calenté unos minutos para así comenzar a hacer una larga rutina de ejercicios, una que aunque no lo crean saqué de Arrow y otras escenas de pelea de diferentes series o películas.

Está mal que lo diga yo, pero la verdad es que esto de pelear y usar armas se me da fenomenal.

Seguí entrenando por bastante tiempo hasta que el sonido de mi teléfono me distrae totalmente.

- Hicc? - Pregunté al contestar.

- Robo con rehenes en el banco central. Es el momento en el que Snow queen aparezca. - Dijo antes de colgar.

Rápidamente amarré mi cabello en una trenza francesa al lado y me puse el traje con los zapatos. Caminé hasta unas escaleras al final del búnker y al subirlas me encontré con varias motocicletas, monté una y salí por el gran portón el cual me dejó en una calle por atrás de la mansión totalmente deshabitada.

Conducí por la ciudad a toda velocidad, saltandome luces rojas, esquivando personas, autos y bicicletas, escuchando bocinas e insultos hacia mi, pero la adrenalina que recorría mi cuerpo en ese momento era en lo único que lograba concentrarme.

Me encontraba escondida en el callejón justo al lado del banco, desde ahí veía a todos los policías desesperados sin saber que hacer, por los murmullos de los más cercanos a mí me enteré de que eran alrededor de 20 rehenes y que eran 5 los armados.

Subí por la escalera de incendios al techo del banco, cosa difícil pues por una clara falta de mantención faltaba la última. La puerta estaba bloqueada por lo que me alejé y con impulso la derribé. Tomé mi bō de metal (un arma simple, igual a un bastón largo) y puse todos mis sentidos en alerta. Caminaba por los pasillos atenta a cualquier movimiento mientras buscaba alguna bajada al primer piso, pero antes de eso encontré a dos tipos con armas y una máscara negra.

Que suerte la mía.

- Hola, chicos...

Sonrió maliciosamente antes de dar una vuelta para patear a uno en el estómago haciendo que retroceda varios pasos adolorido, cuando quedo frente al otro tipo, con una mano doblo su muñeca logrando que suelte el arma, luego tomo su brazo y con una llave logro que quede frente a mi por lo que el recibe todas las balas que si compañero lanzó hacía mi, al final su cuerpo muerto acaba sobre aquel chico que ya se quedó sin balas, dándome así el momento perfecto para alcanzar la pistola del otro y darle un disparo en la cabeza.

Continué mi camino encontrando finalmente la escalera. Bajé alerta a que no apareciera nadie a mis espaldas o por el pasillo frente a mi.

Puse mi arma a mis espaldas para así poder dar un golpe rápido al momento de que alguien apareciera y gracias a eso fue fácil noquear y romper el cuello de aquel chico que se apareció a la entrada del pasillo.

Al asomar mi cabeza pude ver el salón principal del banco, donde está repleto de gente acostada sobre el suelo siendo vigiladas, amenazadas y apuntadas por los dos criminales restantes.

Vuelvo a esconderme y tras dar una respiración honda me adentro al salón rápidamente. Salto sobre la espalda del primero que se cruza frente a mi dejándole inmediatamente de rodillas, doy una voltereta al caer al suelo y de un golpe con la vara le quitó su arma, esquivo un par de golpes y doy giros cuando escucho como el anterior se levanta, tras una patada en el estómago le quito el equilibrio al tipo desarmado, mientras que el que aún sostiene la pistola doblo su muñeca y disparo 4 balas al aire, luego tomo el arma y doy un disparo en su pecho, sin temblar doy media vuelta disparándole al otro en la cabeza, dejando su cuerpo inserte desangrarse justo frente al de su compañero.

Miré a mi alrededor y la gente seguía asustada, no me importaba en lo absoluto, de todas formas estaban mejor conmigo que con ellos. A los pocos segundos mi vista queda fija en un chico rubio el cual abraza fuertemente a un señor de tercera edad, con algo de preocupación camino en dirección a ellos cosa que nota enseguida, pues los tacones de las botas resuenan contra la cerámica con cada paso.

Antes de hablar, enciendo un modificador de voz el cual se ve como una simple gargantilla con un adorno al centro, gracias a este artefacto, que también usaba mi padre, mi voz suena robótica y casi como si tuviera eco, de esta manera incluso si me encuentro con alguien no reconocería mi voz.

- Están bien? - Pregunté a lo que ellos simplemente estaban asustados. - No se preocupen, no les haré daño.

- Si, estamos bien. Gracias por tu ayuda...- Contesta aquel rubio.

Sentía la respiración de todos calamarse poco a poco, y con ellas mi corazón se calmaba también, pero todo se arruinó al escuchar otra bala la cual fue lanzada al aire.

- Por supuesto que no eran 5. Policías...

Cuando su mirada se posó en mi no dudó en disparar. Rápidamente doy media vuelta para esconderme tras una pared, pero eso no pudo evitar que la bala rozara mi brazo dejando un corte arduo.

Oía sus pasos a unos metros de mi escondite, salir a atacar no era una opción, pues gracias a la distancia más de uno, incluyéndome, recibiría un bala y mi trabajo era salvar a esas personas, no ayudarlas a morir más rápido.

Es la única opción posible ahora.

Respiro profundamente para encontrar la concentración necesaria para lograr lo que quiero. Pienso en el frío, en cuando descubrí mis poderes y sentí el hielo nacer desde mi pecho y terminar saliendo de mis manos, las prácticas y mi poder en sí. Tras varias respiraciones, abro mis ojos sintiendo mi poder comenzar su camino dentro de mi, comenzando a crecer en mi corazón y luego recorrer todo mi cuerpo a través de mis venas hasta que consigo que llegue a mis manos, algo de mo escondite llamando la atención de aquel hombre, y justo antes de que dispare, uso mis poderes, congelándolo en pocos segundos.

- Dios... - Dije al ver como su cuerpo congelado se rompe en pedazos poco a poco frente a mi.

Escucho como la policía trata de entrar por la puerta la cual se encuentra bloqueada, por lo que comienzo a caminar por donde vine para no encontrarme con los policías, pero una voz me detiene.

- Espera! - Al voltear me encuentro con el rubio parado a unos metros de mi. - Gracias por salvarnos...

- No te preocupes... es lo que me gusta hacer... Cómo te llamas, chico?

- Soy Kristoff - Dijo con la voz algo tensa. - Y tú...? Quién eres...? Cómo puedo llamarte...?

Si media vuelta sonriendo y antes de volver a caminar le respondo. - Si quieres puedes llámarme Snow Queen.

Y desaparecí por el pasillo justo cuando la puerta fue abierta por los policías.

La era de los nuevos guardianes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora