Y ahí estaba de nuevo, como todos los días, a la misma hora de siempre. Su cabello rojizo enrulado se encontraba atado en una alta coleta. Sus ojos grises, como tormentas, se movían de un lado a otro mientras leía un libro totalmente distinto al que había llevado el día anterior. Sus cejas se fruncian para fijar la vista en las pequeñas letras impresas en las hojas. Y sus labios se curvaban en una pequeña sonrisa cuando leía algo interesante. A veces tomaba sorbos de su bebida, un Frapuccino de chocolate con extra crema doble. Pero nunca perdía la concentración en el libro, no le prestaba atención a nada más, parecía como si, para ella, el mundo no existiera y solo estuviera ese libro.
Para Harry el mundo desaparecía y solamente estaba ella, ella y su libro. Cada vez que entraba al café, el corazón del castaño comenzaba a latir tan fuerte que parecía a punto de explotar. Ella se acercaba a la barra y pedía, muy amablemente, su típico café. Harry sentía como la sangre subía hacia sus mejillas mientras le decía lo que debería pagar. Ella le daba el dinero, se daba media vuelta y partía a esperar a su mesa, no sin antes darle un "gracias" y una hermosa sonrisa al chico, que sentía como su corazón trataba de salirse de su pecho. Era tan amable, tan educada y parecía tener un muy buen gusto literario, por lo que pudo ver, siempre leía libros de fantasía, los favoritos de Harry.
No estaba bien que los empleados mirarán a sus clientes, era una de las reglas más estrictas. Si su jefa lo veía, lo correría inmediatamente. Pero el no podía evitarlo, necesitaba saber algo de ella, su nombre, su edad, su color favorito. Necesitaba conocer a la chica de los libros. Tenía teorías sobre su vida, siempre venía sola, completamente sola, así que parecía estar soltera, a veces traía unos cuadernos en la mano, lo que hacía parecer que iba a estudiar, además no parecía ser tan pequeña, parecía tener más de dieciocho años. Cuando pensaba esas cosas, Harry se sentía un psicópata ¿Cómo podía estar tratando de adivinar la vida de una desconocida? O peor ¿Cómo podría siquiera estar pensando de una manera especial en una cliente? ¿Cómo podía mirarla todo el tiempo? Sabía que si mostraba interés las cosas no terminarían bien, pero la verdad era que: No le importaba. Estaba demasiado concentrado en ella y en su manera de leer que no pensaba en que pasaría si su jefa apareciera. Ya se había dado cuenta que, sin duda, estaba enamorado de la chica de los libros. Pero tambien, sabía que no podía hacer nada, el era simplemente un mesero de una cafetería y ella era la perfección en persona, probablemente tenía una vida mucho más interesante que la suya, y nunca se fijaría en el. Sabía que no tenía ninguna oportunidad, así que decidía tratar de olvidar esos sentimientos y seguir trabajando como todos los días. Pero nunca podía dejar de pensar en la chica de los libros. Su chica de los libros.
ESTÁS LEYENDO
La chica de los libros y El chico del café
Short Story"Para él, el mundo desaparecía y solo estaba ella, ella y su libro" "Tenía el sentimiento de que él era una persona especial, muy especial" Dos chicos. Dos corazones. Un café ❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️