Parte Única

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Bastante había tardado en aceptar los sentimientos que su corazón guardaba por ese inusual chico de grandes pasiones y paso veloz, como para que ahora ese sujeto se la pasara yendo a Honan todos y cada uno de los días solo para verlos entrenar y luego prácticamente secuestrar al pelinegro.

¿Por qué no se rehusaba? ¿no que sus entrenamientos extra eran tan importantes?

A Yagami no le gustaba ni un pelo verlo irse con Reiji-san a pasar el rato, pero no tenía ningún derecho a reclamar, no después de haberlo lastimado…




Todo sucedió después de su victoria contra Tomoe.




El rubio se sentía libre por primera vez en mucho tiempo, disfrutaba correr en compañía de todos sus amigos, ese equipo que lo había motivado hasta niveles insospechados, pero más que ninguna otra cosa, le encantaba pasar tiempo extra con el prodigio obsesionado con las piernas que tenía por compañero de curso: Fujiwara Takeru; en un principio se convenció con la idea de que lo hacía solo para compensar de alguna manera el hecho de haber olvidado la promesa hecha cuando eran unos niños y la carrera que compartieron en ese entonces, cosa que de verdad lo había hecho sentirse culpable por mucho tiempo, mas con el pasar del tiempo, se permitió a si mismo aceptar que le agradaba y que tenían muchas cosas en común…sin embargo, poco a poco y sin darse cuenta, los sentimientos de Yagami Riku cambiaron y en un instante el pelinegro se transformó en alguien importante, casi vital, en su día a día.

Le gustaba verlo correr, contemplar su mirada de concentración absoluta, captar una de sus fugaces sonrisas y esperaba ansioso esas horas extra después de los entrenamientos cuando eran ellos dos solos…cuando su atención era solo para él.

Justo durante el invierno, dos días antes de que iniciaran las vacaciones de navidad, ambos jóvenes se encontraban corriendo alrededor de la escuela, el frio no era suficiente excusa para dejar de practicar ese deporte que ambos amaban con todo su corazón así que siguieron corriendo como cada día, sintiendo el calor crecer poco a poco dentro de sus cuerpos a pesar del frio que se adueñaba de sus rostros, tratando de respirar correctamente…tratando de sobrepasar al otro… Habiendo llegado a la meta final, el cansancio finalmente pudo con ellos dejándolos tumbados sobre el pavimento respirando agitadamente ¿Qué pasó en ese momento? Pequeños copos de nieve comenzaron a caer con suavidad a su alrededor y sobre sus cuerpos, Fujiwara ya estaba sentado aparentemente repuesto del cansancio físico y él no estaba seguro de si estaba listo para continuar corriendo o sugeriría terminar por ese día para evitar una neumonía, de modo que se impulsó para terminar sentado a su lado, esperando por lo que fuera a decir; se sentía mejor que antes, más fuerte que en el verano, más resistente gracias a la práctica constante que llevaban y más feliz que nunca por la presencia del que estaba a su lado. Se giró para preguntar que planeaba hacer cuando pudo ver al ojiazul sonriéndole suavemente, un hecho que causó que se sonrojara en el acto sin saber por qué, mientras a cada instante Takeru se le acercaba un poco más hasta que sin saber cómo, sus labios se unieron a los suyos en un toque tímido y a la vez muy dulce.

Los labios del pelinegro estaban fríos, pero eso no evitó que se dejara llevar por ellos, que se moviera torpemente al ritmo que el contrario le marcaba…

…Al menos hasta que se dio cuenta de lo que sucedía.

Yagami se deshizo del agarre removiéndose desesperado y empujó al contrario con más fuerza de la necesaria, estaba sorprendido, asustado y confundido de mil maneras diferentes…e incapaz de decir cualquier cosa:

-Riku…- susurró entonces Fujiwara con las mejillas más rojas que momentos atrás, pero con la mirada decidida que tanto le gustaba… ¿le gustaba? –Riku, yo…

Pero no lo dejó terminar.

Asustado por sus propios pensamientos, solamente atinó a ponerse en pie y salir de ahí corriendo…

Yagami no asistió a clases al día siguiente y tampoco se comunicó con ninguno de sus compañeros durante esas vacaciones...solo se quedó en casa, pensando una y otra vez en ese beso compartido en un día de nieve, en ese su primer beso.

Quería hablar con él, necesitaba las explicaciones que ese día se negó a escuchar, más cuando volvieron a clases recuperando la normalidad, la actitud de Fujiwara era la misma de siempre, casi como si…como si en ese día nada fuera de lo normal hubiera sucedido entre ellos. Al principio eso lo tranquilizó mucho porque significaba que no tenía que sobrepensar las cosas, ya no tenía que analizar nada y podía simplemente olvidarlo por completo…

Celos En El Stride (TakeRiku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora