Llegaron a la casa y ella miró las ventanas oscuras. Eran como su vida con Chris, cerradas, secretas, oscuras.
Ella tenía que abrirlas de alguna manera para ver claramente su presente y su futuro con él.
Conectó la calefacción y comenzó a preparar café mientras él guardaba el auto. Chris entró a la habitación con las manos en los bolsillos y se quedó observándola.
—¿Quieres algo de comer? —le preguntó ella tratando de que el tono fuera normal.
—No gracias, sólo café.
Se lo sirvió y le puso crema.
Se sentaron en la elegante sala y él se quedó mirando la taza, haciendo girar la cuchara.
—Ahora es tu amante —dijo en un tono que ya no ocultaba la tortura.
—No —dijo ella y él levantó la cabeza para mirarla con los ojos entrecerrados—. Todavía no —agregó porque ahora todo tenía que quedar claro entre ellos y lo vio parpadear.
—¿Viniste aquí para hablar de eso? —su voz sonaba como si hubiera llegado al límite de sus fuerzas y ella le tocó la mano, pero él la apartó como si le hubiera quemado la piel con una plancha caliente—. No me toques —dijo entre dientes—. ¡Dios mío! ¿No puedes metértelo en la cabeza? En lo que a ti respecta, no soy normal. La última vez que perdí la cabeza te lastimé mucho, pero temo matarte algún día.
Ella trató de tomarlo a la ligera para hacerlo reaccionar.
—¿Ya planeaste cómo hacerlo?
Él la miró extrañado, pero ella le sonrió suplicante.
—Oh, no —le contestó un poco más tranquilo—. Cada vez que lo pienso, sé muy bien cómo terminaría... Si te pusiera las manos encima se me ocurrirían otras cosas en vez de matarte.
Jane enrojeció y desvió la mirada porque ya no había barreras entre ellos y la mirada de él expresaba demasiado.
—¿Nunca se te ocurrió pensar que yo podía creer que ya no me amabas? —le preguntó apasionada.
—¡No pudiste pensar eso!
—Sí lo hice. Incluso pensé que había otra persona.
Se quedaron en silencio y luego Chris preguntó con sinceridad.
—¿Y eso te molestó?
—Sí.
Él se puso de pie y se alejó, su cuerpo fornido se veía inclinado como si llevara un peso encima.
—Hasta que volviste a encontrar de nuevo a Williams.
—De eso es de lo que tenemos que hablar —le dijo ella y él se puso pálido.
—Si vas a irte con él, vete... y apártate de mi vida.
—No es tan fácil —suspiró—. En cierta forma tenías razón. Tom significaba más para mí de lo que me había dado cuenta. Todavía no sé cuánto.
—No quiero hablar de eso.
—Sin embargo, ese es el primer error. Jamás nos comunicamos. Tú ocultaste tus sentimientos todo el tiempo y creías adivinar los míos... yo no tenía idea de lo que sentía. ¿No crees que llegó el momento de hablar con franqueza? La única forma de salir del laberinto que hemos hecho de nuestras vidas, es hablando con absoluta franqueza.
—Necesito un whisky —dijo dejando a un lado la taza y desapareció. Regresó con la botella y un vaso servido. Jane lo observó mientras se lo tomaba. El alcohol le dio un poco de color a sus mejillas.
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Celos que matan | Chris Evans
Romance¿Cómo era posible que la pasión compartida en los primeros meses de su matrimonio se convirtiera de pronto en un frío resentimiento? Poco tiempo después del matrimonio, Jane Lowell y Christopher Evans comenzaron a tener serios problemas. Tal vez nun...