Sin Culpa

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Y aquí te encuentras nuevamente, repitiendo la misma rutina sexual con aquella chica que te enamoró apenas la conociste. La tienes debajo de ti mientras ella muerde la almohada para silenciar cualquier gemido involuntario que salga de su boca, mientras su pelo se apega a su cuerpo sudado por ese asqueroso y emocionante acto que hacen juntos, resaltando mas sus caderas, algo que siempre te ha vuelto loco. Te has vuelto mas rudo al momento de penetrarla, y es que dentro de ti se mezclan los sentimientos de asco, rabia, felicidad, excitación y frustración al pensar en corresponder los sentimientos de Mairin.

Claro, es normal sentir todo esto, después de todo, es tu prima. En estos momentos te encuentras teniendo relaciones sexuales con tu prima en segundo grado que es menor que tu. Aquella chica que fue incluso casi tu hermana, la tienes bajo tuyo mientras sostienes sus caderas logrando un obsceno sonido proveniente de su vagina y tu pene, cada vez se está acostumbrando más a tu rudeza en el acto, y cada vez se acostumbra más a ti. Es normal, han estado haciendo esto durante casi tres semanas, los condones ya se te están acabando, incluso piensas que tendrás que ir a masturbarte al baño si no quieres embarazarla, después de todo, ella recién ha cumplido los quince, en estos momentos lo peor que puede pasar es un embarazo adolecente donde el padre es su primo segundo.

Ella se gira un poco sin soltar la almohada, ya es bastante difícil no hacer sonar la cama con lo rudo que estás siendo, pero con la mirada que te dedica pidiéndote más las cosas se complican a tal punto que crees que tu cordura pronto se largara de tu cuerpo y no dudarás de tomarla de las manos sin cambiar de posición para hacerla soltar la bendita almohada y que gima muy fuerte tu nombre y que absolutamente todos en esa casa espaciosa escuchen, como siempre quisiste cuando te diste cuenta que te habías enamorado de esa niña.

Logras recuperar algo de cordura, decides inclinarte lo suficiente para apoyarte encima de Mairin con tu brazo izquierdo (no tienes problemas en colocarte encima, eres mucho más grande que ella), y con el derecho empiezas a estimular su clítoris. Ella instintivamente cierra las piernas, y ese solo movimiento hace que las cosas se compliquen allá abajo. Piensas que después de todo, no fue tan buena idea, pero los bajos gemidos de tu pequeña (como sueles llamarla) te hacen pensar lo contrario. Empiezas a pensar que ella te tiene donde quería desde un inicio.

- Alain… - gime lo más bajo que puede, empezando a mostrar una cara de suplica que jamás pensaste que ella podría poner, una cara demasiado obscena, que estas feliz de ser el primero en ver – más fuerte…

- Mnh… - te cuesta hablar sin soltar un gruñido muy fuerte, maldita sea como puede ser que con esa posición esté tan apretada – no puedo… - te muerdes la boca para que nada se escape de tu boca. Sientes el sabor del hierro en tu boca, pero es mejor eso a que llegue la madre de Mairin a tu habitación y te golpee por tocar lo más sagrado para ella.

Solo ustedes dos deben saber esto, nadie más.

- Por favor… - suplica, “oh, si tan solo supieras con la fuerza con la que puedo embestirte, no lo estarías pidiendo” piensas, crees que después de todo, no eres un pervertido, que el acostarte con tu prima no esta mal.

Tu cuerpo esta casi en su 100% en este momento, Mairin vuelve a morder la almohada, cree que ha hecho demasiado ruido, y con esta acción vuelve a dejar a la vista su espalda, la cual no has parado de marcar todas las veces que han tenido este encuentro. Tu cabeza se detiene un momento, piensas en todos los momentos que has pasado con ella: obviamente no recuerdas su nacimiento, pero si recuerdas perfectamente su primer día de escuela, la inscribieron la misma escuela que tu, por el miedo en ningún momento se separo de ti, nunca soltó tu mano. Recuerdas como ella orgullosamente te mostraba sus mejores calificaciones para que tu le dieras palmadas en la cabeza, puesto que para ella, eres y siempre has sido la persona mas inteligente del mundo. Recuerdas como te celaba delante de toda niña que se te ponía al frente, y gritaba a todo mundo que quería casarse contigo. Recuerdas cuando cumpliste 13 años, tu cuerpo empezó a despertar sexualmente, y no pudo ser de otra forma que ver a tu pequeña en un traje de baño bastante curioso para su edad, y recuerdas como decidiste guardar en una caja fuerte dentro de tu corazón esos sentimientos.

Sin culpa (Marissonshipping/+18/DESAFÍO RELÁMPAGO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora