Capítulo 24| Demasiado bueno para ser real

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Noah🫀

Soy un fiel creyente de que todo pasa por algo, sea bueno o malo, todo tiene una razón, y aunque a veces piense que la vida es injusta, y me enoje y me frustre porque las cosas no salen como yo quiero, al final todo tiene un razón. Todo es parte del plan de Dios, aunque la mayoría del tiempo no entiendo cual es el supuesto plan.

Leí por ahí que todas las decisiones que tomamos, ya sean pequeñas o grandes, nos llevan por un camino distinto. Y mientras estoy aquí, sentado en mi habitación, apreciando el patio trasero no puedo evitar preguntarme que es lo que me espera en mi futuro.

¿Algún día tendré el valor de decir lo que quiero? ¿O me quedaré callado? ¿Seguiré los pasos de mi padre si él decide que el básquetbol no vale la pena?

Puede ser un simple deporte para él, algo en lo que me mantengo ocupado para no perder el tiempo por ahí. Pero para mí es mucho más que eso, el básquetbol empezó como una recomendación de mi anterior psicóloga para distraerme del accidente, más poco a poco se fue volviendo una parte de mí.

En un mundo donde siento que no tengo control sobre nada, cuando estoy en la cancha, sé los pasos que tengo que dar, en qué momento lanzar el balón, sé cómo moverme, sé cómo llegar a la meta. En el básquetbol no hay vacilaciones, sé lo que tengo que hacer para ganar y lo hago.
Mi mirada se desvía a la repisa llena de los trofeos que he ganado a lo largo de los años. Fotos con el equipo que me remontan a momentos felices, medallas que decoran la pared. Una foto con Ellery en mi primer partido. Fue en la primaria, ella va vestida con un overol de mezclilla y una polera morada debajo, su cabello va adorablemente trenzado y sonríe a la cámara mientras rodea mi cuello, a su lado el uniforme de aquel entonces viste mi cuerpo. No sonrío en aquella foto, al menos no es una sonrisa tan grande como la de ella.

¿Quién pensaría que aquella niña que conocí por azar en un parque se convertiría en alguien tan especial en mi vida?

Honestamente, después de nuestro primer encuentro, no pensé que la volvería a ver. Después de la muerte de mamá, papá y yo nos mudamos aquí, aquella casa estaba colmada de recuerdos y era demasiado difícil para ambos estar ahí. Antes de mamá, papá y yo no éramos muy apegados. Mamá era el pegamento que nos mantenía unidos. Sin embargo; grande fue mi sorpresa cuando al cambiarme de instituto, aquella pequeña niña de ojos dorados y bonita sonrisa estaba en la que sería mi clase. Se supone que tendría que estar un curso más arriba que ella, pero las secuelas del accidente me hicieron perder el año.

Al principio estaba enojado, pero en cuanto vi que no todo era tan malo porque al menos ella estaría ahí, digamos que ya no me importó tanto. Papá había sugerido el hacer un examen para estar en el curso que me correspondía, pero me negué.
Ella me atrapó desde el primer momento.
Una notificación parpadea en la pantalla de mi celular, sacándome de mi cabeza. Es Ben, diciendo que ya me están esperando. Parpadeo, medio perdido sobre a qué se refiere, pero rápidamente caigo en cuenta de que habíamos quedado de vernos en la cancha para seguir practicando. Se supone que es nuestro “día libre” por así decirlo, pero cada uno de nosotros tiene sus propias razones para que este partido salga a nuestro favor. Puede ser cuestión de orgullo ya que nunca hemos perdido contra West, o en mi caso, porque mi futuro depende de que ganemos.

Con un suspiro me paso la camiseta negra sin mangas por los brazos, rocío un poco del perfume que a mi chica le gusta —no es que pueda verla hoy, pero igual no pierdo la esperanza de ir a verla por al menos cinco minutos después de que termine nuestro entrenamiento improvisado—,y me cuelgo el bolso donde llevo el balón, una toalla, y el termo que llenaré de agua antes de irme.

Los mejores amigos no se besan (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora