¿Sera porque te amo?||Erick B. Colón.|Completa.

P15: Dulce tortura.

—¿Me veo bien?—cuestionó Danna desde el umbral de la puerta del baño.

Erick apartó la mirada de la pantalla de su celular y automáticamente su corazón dejó de latir un microsegundo. Observó a su esposa que le sonría ampliamente esperando por una respuesta y una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

—Luces increíblemente hermosa.—respondió haciéndola sonrojar.

Con el paso de los días Erick Brian Colón había comprendido que su esposa era la mujer más sencilla sobre la faz de la Tierra. Danna no era la típica esposa que pasaba horas enteras frente al espejo poniéndose máscara en las pestañas o delineando perfectamente sus labios con el lápiz labial. Su belleza tampoco radicaba en la ropa que llevaba puesta ni el peinado que tenía. No. Danna era bonita siendo sencilla y eso era lo que más le encantaba.

—¿De verdad?—preguntó.

—Claro que sí, mi amor. Realmente no tengo porque mentirte, Dan.—ella dejó escapar un pequeño suspiro y negó un poco antes de volver a sonreírle.—¿Qué pasa?—inquirió incorporándose lentamente para prestarle su total atención.

—Es realmente una tontería...—respondió.

—Pero si esa tontería como tú la llamas y esa tontería te hace lucir extraña es más que obvio que me interesa. Muchísimo, de hecho. Me interesa todo lo que haga que tu sonrisa desaparezca así que...te escucho.—anunció sin dejar de mirarla con sus intensos ojos verdes.

El corazón de la chica dejó de latir un momento. Era un gran tontería, definitivamente.—Erick...

—Dan, confía en mi.—le pidió.

—Prométeme que no te vas a burlar.—él negó de inmediato.

—Mi amor, nunca me burlaría de ti o de las cosas que piensas...—le recordó.—Ven aquí...—le indicó palmeando la cama a su lado para que ella tomase asiento.

Se sentó lentamente cuidando no arrugar demasiado su vestido y dejó escapar un pequeño suspiro. Erick entrelazó su mano con la de su esposa y la llevó hasta sus labios dejando un pequeño beso sobre ella.—Hoy cuando desayunamos en la acera había un par de chicas que no dejaban de verte...—le explicó en voz baja.

—¿Y estás celosa por eso?—preguntó él sin dejar de mirarla.

—No...

—Dan...—la chica dejó escapar un suspiro y negó un poco.—Mi amor, por favor...no tienes que sentirse celosa o insegura de ti misma por eso...

—¿Has visto a las grecas?—cuestionó la chica. Erick negó un poco y negó de inmediato.

—Pues en realidad no les he prestado atención.—anunció.

—Erick...—protestó.

—¿Por qué tendría que prestarles atención en primer lugar?—le preguntó sin dejar de mirarla.—Si tengo a la mujer más bella del mundo conmigo...—las mejillas de la muchacha se tiñeron de rojo una vez más.—Mi amor; no tienes que preocuparte por ese tipo de cosas, yo no tengo ojos para nadie más que no seas tú y no lo estoy diciendo sólo porque quiera convencerte; lo estoy diciendo porque es la verdad...—agregó acercándose a ella lentamente.

Danna se quedó en silencio un momento completamente quieta. Era capaz de sentir el cálido aliento de Erick chocando contra sus mejillas y los latidos de su corazón aumentar rápidamente.—Er...

—¿Si te beso arruino tu labial?—cuestionó divertido.

Danna jadeó.—¿Eso qué importa?—Erick rio y unió sus labios con los de su esposa en un cálido beso.