Joder, qué día, macho.
Abrí la puerta de mi pequeño departamento en Madrid. Las agudas e irritantes risas se intensificaron. Deposité mis llaves y unas cuantas monedas en un viejo y destartalado mueble que nos servía para dejar nuestros zapatos y cosas que necesitábamos para salir.
-Ya llegué-anuncié perezosamente sin expectativas de obtener una respuesta. Estando una vez más, y como todos los días, en lo correcto.
A cambio, recibí una mirada nefasta.
Mi nombre es Miguel Ángel Rogel, aunque prefiero que me llamen Mangel. Asisto a la Universidad Autónoma de Madrid. Tengo 22 años. Soy de origen andaluz y estudio en la facultad de psicología.
Tal vez suene extraño que lo diga, pues todos mis compañeros me lo echan en cara, sin creerme; pero soy un estudiante común y corriente. Todos insisten que debo de tener al menos una historia interesante que contar, la verdad es que usualmente paso desapercibido.
Me dirigí a la cocina. Dejé mi mochila en un sillón adyacente al sofá.
Nada que resaltar en cuanto mi persona. Pero mi compañero de cuarto...
Rubén Doblas, de 21, incluso sin arreglarse, atrae miradas. Con el uniforme, se vuelve un chico atractivo y profesional. Y tenía que aparentar serlo, la facultad de medicina no era algo para tomarse a la ligera. Proyectaba mucha seguridad y seriedad, y su altura no hacía más que reafirmarlo.
Cabelllo castaño que cuando veían los rayos del sol, dejaba ver cabellos finos de distintas tonalidades, entre ellas, el dorado. Tiene una perforación pequeña en el lóbulo izquierdo, sin embargo, nunca lo he visto usar el arete negro que tiene dentro de la universidad. Tiene una piel pálida y el rostro completamente terso. Más que estudiante de universidad, daba aires de modelo de una de esas revistas de moda.
"Debe ser porque es noruego, pensé cuando lo vi por primera vez bajar del auto de su madre con una maleta roja, uno que es español, le toca ser chaparrito y chistoso"
Aún entre su pequeño grupo de amigos, él es el más refinado de todos. Tiene buena pose hasta para hablar por teléfono, es decir, está recostado, pero no desparramado.
Es un chico de alta categoría. Y no podría estar más enojado con la vida por ello.
Imaginad, por favor, lo que es vivir con un compañero así.
Buenas calificaciones, galardones por aquí y por allá, chicas viniendo todos los viernes por las noches preguntando si quiere acompañarlas a alguna fiesta, para decepcionarse por el cruel rechazo de su parte. Tenis para entrenar desperdigados por el suelo. Es un gran atleta, y la gente no se cansa de mencionarlo.
Horrible, ¿No?
Abrí el refrigerador, el cual normalmente permanecía vacío o con sobras. Saqué un cartón de jugo y me serví en un vaso de cristal.
Las risas de él no cesaban. Suspiré, irritado.
Tomé un trago mientras observaba mis tenis sucios. Estaba demasiado ácido.
Aunque soy su compañero de piso, Rubén me desprecia desde el día en que nos conocimos, hace dos semestres ya. Y aunque yo nunca he entendido bien por qué, es un hecho que realmente ignoro. Parecieran haber pasado siglos desde que no me habla a la cara. La última vez que hablamos fue...
Terminé mi bebida, lavé el vaso que utilicé y lo deposité en el escurridero. Me sequé las manos contra la camiseta. Me estiré, dirigiéndome a mi habitación. Saqué unos cuadernos de mi mochila azul que necesitaba para hacer mis deberes.
¿Cuándo fue?
Ya estaba a mitad de las escaleras cuando me detuve en seco. Uno de los peldaños de madera crujió debido a su antigüedad.
Mierda, tío, olvidé guardar el jugo.
Di media vuelta con mucha pereza. A diferencia de otros, a mi me molestaba dejar un desorden y, por más flojera que me diera, debía guardarlo en su lugar. Bajé acelerando un poco más el paso.
Cuando vi su cabellera rubia salir de la estancia, me arrepentí de haber tomado esa decisión. Ya era demasiado tarde para frenar e inevitablemente mi cuerpo chocó con el de Rubén, provocando que me tropezará y sus cosas cayesen al suelo, regándose por todo el piso.
-Lo siento-musité distraídamente, a la vez que recogía sus cosas; unas gafas de sol, un boli, un bloc de notas, una memoria y su celular. Nada particularmente extraño o llamativo. Las regresé a su mochila y le tendí esta un poco incómodo. Me levanté, Rubén me arrebató sus cosas.
-No toques mis cosas, coño-espetó, colgándosela al hombro.
Macho, es que, de verdad, pensé, sumamente molesto. ¿Qué le ocurre? ¿Tanto me aborrece que no quiere que toque su mochila de mierda?
No me miró en lo absoluto. Se dirigió a la puerta.
-Ya me voy, nos vemos luego- anunció, sin ningún toque de emoción en sus palabras.
Yo fruncí el ceño, confundido. Miré el reloj. Eran las dos de la tarde, no tenía clases.
-Hoy no tienes práctica, ¿O si?-cuestioné, tratando de no sonar muy interesado.
La pregunta pareció tomarlo por sorpresa. Pude ver como su espalda se erguía y se tensaba.
- ¿Qué te importa, tío?-respondió, cortante.
Salió por la puerta, cerrando con llave.
Yo permanecí en silencio un momento, contemplando la puerta.
-Qué asco de vida, tío-resoplé finalmente, revolviéndome el cabello.
Estaba a punto de ir a la cocina a hacer lo que tenía que hacer en un principio cuando un rectángulo delgado y blanco captó mi atención. Me acerqué, agachándome para coger aquel objeto que estaba debajo del mueble.
Era un DVD sumamente extraño. Ambas, la portada y contraportada eran de color rosa, y tenían letras en chino o algo así.
-¿Love...live?-leí lo único escrito en inglés, examinándolo una y otra vez.
Aparecían colegialas de anime con la falda extremadamente corta. Involuntariamente, me sonrojé, apenado. Mi razonamiento lógico dejó de funcionar por un momento, tantos colores chillones y caras anatómicamente incorrectas me derritieron la materia gris.
¿Qué cojones es esto? ¿Corazones? ¿Listones...? ¿Edición limitada? ¿Lanzamiento especial?
Que anime más guarro e inmaduro. Hace mucho que veo tele. Y a mí estas mierdas nunca me han gustado, es más, ni siquiera me dejaban ver los animes cutres como Dragon Ball y tal. Pero este parece ser muy reciente.
Vaya pedazo de mierda, pensé, pero ¿Qué más da? Es un anime, hay gente extraña por ahí así, ¿No?
Abrí la tapa para ver el disco en su interior.
"Dirty Classmates". Ladeé la cabeza. Cerré la tapa. "Love Live". La volví a abrir. Vaya, el disco no correspondía con la cobertura. Esa clase de errores los cometía cualquiera, era completamente normal. Incluso yo lo hago con mi colección de películas. Aunque a veces es un lío porque...
Fruncí el ceño. Parpadeé, incrédulo ante lo que estaba en mis manos. Caí en la cuenta de lo que estaba sosteniendo.
El interior era aún peor.
El cd tenía una portada que me llevaba a los límites de lo que alguna vez pude pensar. Era de lo que parecía ser un anime, también. Sin embargo, esta vez era un dibujo de dos hombres jóvenes semidesnudos, uno encima de otro, sonrojados y con miradas demasiado pervertidas. Llevaban uniforme escolar y se tocaban muy provocativamente.
Pegué un grito en el cielo, horrorizado.
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Mi Compañero De Cuarto No Puede Ser Así De Lindo - RUBELANGEL AU
Teen FictionSoy Miguel Ángel Rogel, un estudiante común y corriente. Pero no puedo decir lo mismo de Rubén, y menos desde aquel día... Si han visto ore no imouto ga konnani kawaii wake ga nai ya sabrán más o menos de qué va la pesca. Pero esta historia está hec...