Capítulo I

43 2 0
                                    

Era tarde, la oscuridad recorría toda la habitación, no había aparente sonido pero ahí estaba el, sobre las cobijas únicamente sentado en solitario, solo pensando.

Tenía los hombros tensos, la cabeza mareada, las piernas entumecidas y ambos brazos sujetos a sus costados, se preguntaba.

¿Porque había tenido esa clase de sueño?

Había soñado que sus padres estaban de vuelta con el, que su familia ya no lo odiaba, que tenía un lugar al cuál llamar hogar, que él estaba a su lado. En qué lugar deciden que pueden darle esa clase de sueño, se preguntó.

Era solo un sueño, pero en ese momento había parecido tan real y la felicidad que sintió en ese momento fue real, tan real que fue paralizante.

Alrededor de media hora de embrollarse en sus pensamientos volvió a recostarse en la mullida cama y volver a dormir, pero inconscientemente volvió a pensar en ese sueño, ese estúpido sueño.

Una vez más volvió a recostarse mirando al techo, y trato de pensar en una historia que distrajera su mente.

“Había una vez un principio, este principio era pequeño, pero de mucho carácter, era tan vano y desdichado que había formado una coraza para defenderse de otros, pero el ansiaba encontrar un final, un final que diera nulo a lo vano y desdichado que era el, un final que fuera fructífero y significativo y así juntos, hacer una historia”

Le pareció tan buena historia que se levantó de la cama y a tientas la escribió en un papel del escritorio que por la mañana se daría cuenta que era algo importante pero por ahora resguardara una buena historia. Entonces por ese corto tiempo de escribir una pequeña historia pudo no pensar en el sueño que le provocaba dolor de cabeza.

Una vez escrita esa historia en papel. Volvió a la cama y esta vez siguió la historia en su cabeza y así recobró el sueño placentero.

A la mañana siguiente se levantó por el ruido de Julie la gata de su compañero de cuarto.

Se levantó y la tomo por los costados de la barriga.

— Julie hoy era mi día de despertar tarde. Se quejó con la pequeña gata blanca que seguía con los maullidos.

Con los pies descalzos y el cabello despeinado, cargando a Julie fue a la sala de estar y la dejo sobre el suelo frente a su plato vacío, entonces le sirvió sus croquetas y el tomó un yogurt para si mismo, que ni remotamente estaba agradable.

Miró a la gata comer mientras se bebía lo último del malditamente dulce yogurt de fresa. Terminando el yogurt, regreso a su habitación, recogió lo que pudo para no estar al filo de la vagancia y después de eso se dió una ducha corta.

Antes de salir del apartamento revisó que Julie tuviera agua y se fue. Ese día tenía que visitar a su hermano, hoy era su gran día, se graduaba de medicina, más específico enfermería, hace días que no lo veía, por el módico hecho de no querer ir a verlo. Verlo era ver qué la vida le pasaba por encima, no era que no apoyara a su hermano, pero era difícil verlo graduarse, con una novia, con planes futuros de grandeza, con su gran habilidad de socialismo, atlético y más.

Mientras tanto él era, un gay, soltero, con un título del cuál todavía le restaban años, ejerciendo de nada, con un departamento no envidiable que además siempre sufrió de ansiedad y para nada atlético, aunque siempre fue intelectual eso nunca fue algo sobre que estar orgulloso en la familia.

Iba por la calle cerca de la universidad de su hermano cuando una ráfaga de aire le voló la entrada de la graduación de su hermano. Su primer instinto fue un tremendo golpe mental, lo segundo fue voltear hacia atrás y lo tercero fue mirar al chico que se la estaba tendiendo.

Cabello castaño, ojos marrones, increíbles pómulos y una gran sonrisa. Sus neuronas entraron en histeria colectiva en ese momento, sonrió y le tomo el ticket de la mano.

— Muchas gracias, casi la pierdo. Sonrió tratando de no parecer extraño ante el modelo de Vogue frente a él.

—No hay de que, también voy para allá te acompaño. El chico le sonrió de vuelta y camino a su izquierda en la acera.

Grandioso, el modelo de Vogue estaba a su lado con su gran cabello y el no podía decir ni una sola palabra que no sé desquebrajará en su garganta antes de salir.

— Hoy mi hermanita se gradúa, el gran día, ¿Por quién vienes tú? ¿Una novia?. El chico le miro directo a los ojos y el dió un respingo en ese momento.

—No, solo mi hermano menor. El se rascó la parte trasera de la cabeza tratando de no hacer contacto visual que diera rienda suelta a su histeria.

—Bueno ambos somos los mayores, alguien tiene que pagar la cerveza después del evento ¿No?. El chico le volvía a sonreír y el solo le devolvía la sonrisa.

No supó qué parte de su cara no daba a entender que no estaba para hablar con un maldito galán y que estaba muriendo de incomodidad. Por obra y destino llegaron a la universidad de medicina, él observó con detenimiento al chico, que saludaba a la mayoría de las chicas ahí. Entonces se adelantó y estaba por irse si no fuera porque el chico lo llamó.

—Oye, disculpa, no me has dicho tu nombre. Le dió otra de esas divinas sonrisas de modelo que había apreciado todo el trayecto.

— Soy Zero Kiryuu y me tengo que ir.

Fue todo lo que dijo y huyó de escena a paso de río en crespa.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 24, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

IntrascendenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora