Capítulo 16

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Estaba harta, que digo, más que harta de Álvaro, siempre atacándome ¡cómo si yo tuviera la culpa de todo! Lo peor de todo es que terminaba haciéndome sentir mal.

En esos momentos sólo tenía ganas de marcharme al pueblo con mi familia y perder a todos de vista, pero estaba Blas, mi Blas… por él me quedaría, pero tenía clara una cosa, en cuanto recuperase a Blas me iría lejos, no quería causar más daños.

El sonido de la puerta me devolvió a la cruda realidad, Vero estaba al otro lado de la puerta intentado, sin éxito, entrar en mi habitación.

-          Te juro que como no abras la echo abajo – gritó al otro lado.

-          Necesito estar sola – me limité a decir desde la cama – no tengo ganas de ver a nadie en lo que queda de día –

Los ruidos cesaron, parece ser que Vero se cansó de aporrear la puerta y se fue junto su querido Álvaro. Me acomodé en la cama dispuesta a echarme una deliciosa siesta cuando un estruendo horrible me perforó los tímpanos, la habitación se llenó de polvo y comencé a toser por culpa de este.

-          Pero qué coño…- conseguí decir, estaba empezando a respirar mal, el polvo se me colaba por las fosas nasales y por mi garganta impidiendo que entrara aire en mis pulmones.

-          Te dije que echaría la puerta abajo si no te dignabas a abrirla – Vero estaba al otro lado de la que antes era mi puerta, esta mujer estaba loca.

-          Estás loca- dije mientras salía corriendo de la habitación – por poco me asfixio por tu culpa –

-          No me hiciste caso y pasó lo que tenía que pasar – decía Vero que me perseguía como un perrito faldero - ¿a dónde vas? – preguntó al ver que cogía el abrigo y las llaves de casa.

-          A respirar –

Salí de casa dando un portazo, a veces Vero parecía una loca y me sacaba de mis casillas, pero en el fondo la quería demasiado.

Caminé sin rumbo fijo, mis pies eran los únicos que sí sabían a donde dirigirse: el parque. No sé por qué pero acabé sentada en un banco de madera llorando de rabia y frustración.

                Mi móvil sonó, era Vero, supongo que llamaba para disculparse pero rechacé la llamada, como le había dicho antes de salir de casa, hoy me apetecía estar sola. Otra llamada me impidió seguir llorando, esta vez era Álvaro, hice lo mismo que con Vero. Al final opté por silenciar el móvil, así por lo menos tendría la excusa de que no lo había escuchado.

Seguí derramando lágrimas un rato más, últimamente sólo lloraba, supongo que sería por el embarazo pero tenía que cambiar de actitud si quería salir hacia delante. Me limpié las lágrimas y decidí dar una vuelta por el parque, a esa hora sólo había padres con sus niños y abuelos jugando a la petanca.

A cada paso que daba me encontraba con niños pequeños jugando a la pelota o a madres paseando a sus niños con el carrito. En ese momento quise ser yo una de esas madres, deseaba tanto tener a mi niñ@ entre mis brazos, poder achucharlo, besarlo, colmarlo de mimos… - será el niñ@ más mimado de todos – pensé para mis adentros, pero para que eso ocurriese aún quedaba mucho tiempo.

El parque era bastante extenso y contaba con varias zonas de juego y una explanada cubierta de un césped verde muy intenso, aunque en esa época del año no estaba en su mayor esplendor.

Fue en la explanada verde, concretamente en la zona próxima al quiosco, donde vi a Dani con una chica. Estaban muy acaramelados dándose besos y mimos, sentí un poco de envidia  ¿llegaría a estar así algún día con Blas? Pasé por esa zona rápidamente, no quería que él me viera, lo último que quería era molestar, sin embargo fallé en el intento, justo cuando estaba sobrepasando el quiosco el rubio me llamó.

Cioccolato ( Blas Auryn  y Alvaro Auryn )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora