Ventitres

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Su padre y su madre no habían estado en casa y tampoco, aparentemente, lo estaba Marguerite. Taehyung trató de no rechinar los dientes ya que todos sus planes para ordenar milagrosamente su futuro en una noche se evaporaron. Había dejado la mansión Stratham y ahora estaba mirando al mayordomo de Marguerite, de nuevo.

—Si su señoría está fuera, ¿puedo hablar con la Sra. Jones?

—Voy a ver, milord.

Taehyung se quedó echando humo en la escalera, con la puerta firmemente cerrada en su cara. Los sirvientes siempre tenían una forma de saber lo que estaba pasando y Taehyung sabía que él ya no era favorecido por su ama.

—¿Lord Kim?

Él asintió con la cabeza a la Sra. Jones recibiendo una cálida sonrisa y una ráfaga de aire cargado de ginebra a cambio.

—Buenas noches, Sra. Jones. Me pregunto si usted podría decirme dónde se ha ido Lady Henry. Supuse que iba a encontrarla aquí.

La Sra. Jones frunció el ceño. —Ella parecía lista para la noche pero luego de pronto llegó corriendo a la cocina donde yo estaba teniendo una tranquila charla con la cocinera, exigiendo una escolta para el lugar de los negocios de su madre. Por supuesto, yo no voy allí con ella, así que ella tomó uno de los lacayos.

—¿Y hace mucho tiempo fue eso?

—No hace tanto tiempo, milord, probablemente menos de media hora.

Él se quitó el sombrero ante ella.
—Gracias, Sra. Jones ha sido de gran ayuda. Me aseguraré de que ella llegue a casa con seguridad.

Antes de que ella incluso hubiera cerrado la puerta estaba corriendo por las escaleras resbaladizas hacia la calle principal donde esperaba coger un coche de alquiler. La lluvia se deslizaba hacia los lados a través de la calle sucia oscureciendo su visión. Lo que fuera que Marguerite iba a hacer, su instinto le dijo que no era bueno. Él hizo señas a un taxi, se subió y le dio al conductor la dirección de Madame Helene.

Marguerite no había contactado con él o pedido su ayuda, había elegido ir  a su madre en vez de a él. Pero no le importaba. Ella podría tratar de alejarse de él, empujarlo fuera de su vida, pero él no iba a permitirlo. Ellos habían roto con sus pasados para encontrarse y si tenía que arrastrarla
hacia este nuevo futuro contra sus patadas y luchando contra él, lo haría,no sólo por él sino también por ella.

Su conocimiento de la disposición de la casa de placer era mucho mayor que la de la mayoría de los miembros, así que después de saludar al lacayo situado en la sala, se dirigió directamente hacia abajo por las escaleras a la cocina. Se detuvo en la puerta, secándose las gotas de lluvia de la cara, intentando, en vano, mejorar su visión.

—Buenas tardes, Taehyung.

—Buenas noches, Madame.

A pesar de que continuaba buscando en la cocina a Marguerite, se las arregló para someterse a Helena. Ella caminó hacia él con una falda de color amarillo pálido bloqueando su camino.

—¿Estás buscando alguien en particular?

Él se encontró con su mirada. —Su hija. ¿Está aquí?

—¿Marguerite? —Elena levantó las cejas. —Ahora, ¿por qué quieres verla? Pensé que ella te había dado la orden de despido.

—Ella trató.

—¿Y?

—Me niego a aceptarla.

Elena continuó estudiándolo, todos los rastros ausente de su relajada sonrisa habitual. —No estoy segura de si eso es algo bueno para ti o para Marguerite. Tal vez me puedas ayudar a decidirlo.

Perversión. » k.th (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora