Mi nombre es Mariel y te contaré una historia, una historia que mi abuelo vivio para contarla.
Es una historia real, no ficticia, ocurrió pero nadie, absolutamente nadie, la contó en el momento, por miedo a que sucediera en su vida propia.
Puede ser real, pero no es una maldición si la escuchas, o en este caso, la lees.