01. Bertolt hoover

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En cuestión de un par de días Bertolt se despidiría de la comodidad que suponía levantarse y acostarse en el mismo lugar de dónde creció y experimentó sus primeros años de madurez.

Tampoco es que tuviese una vida "apasionante y llena de emociones fuertes", pero era cómoda y eso le resultaba suficiente para él. En el fondo, era una persona tranquila y que no disfrutaba de sufrir cambios en su vida, él estaba contento de su ordinaria rutina, despertarse, desayunar cereales, una vez en clase prestar atención y relacionarse con su cerrado círculo de amigos.

El hecho de tener pocos amigos era a veces tema de conversación de otros compañeros al hablar de él, pero no era nada que le causase tristeza en absoluto, porque hasta con sus amigos llegaba a ser alguien muy tímido y no era muy partidario de sus conversaciones, aunque él nunca había conocido a nadie que considerase "su amigo", era una palabra muy fuerte para él y que no creía que nadie de su alrededor se la mereciese.

Aún así, todo en su vida se derrumbó con la muerte de su Padre, todo empezó cuando su madre empezó a notar cómo este presentaba signos correspondientes a un cáncer terminal, así como fatiga, mucha tos, dolores, estreñimiento, y lo que por desgracia tuvo que presenciar Bertolt, quién era ajeno a todo esto y no sabía nada, hemorragias, sólo estaban ellos dos en la casa y Bertolt tuvo que presenciar las últimas horas de su progenitor de esa manera, llamando a un hospital él mismo. Sus recuerdos a partir de ahí están borrosos y quizás olvidados como un mecanismo de su cerebro para no acordarse de eventos traumáticos, pero no volvió a presenciar a su padre con vida nunca más.

Él siempre estaba muy orgulloso de Bertolt, y lo demostraba estuviese con o sin él, sólo quería lo mejor para él, y Bertolt lo sabía perfectamente. Fue una baja muy grande en su vida. Su madre por supuesto que también sufrió, se culpaba a ella misma por no estar presente en la muerte de su marido y se volvió distante con su hijo, ella misma pensaba que le odiaba por todo lo que había pasado y no se sentía digna de dirigirle unas palabras. Había mucho dolor en esa casa y quedaron en que lo mejor sería mudarse. Una forma de "evadir" todo lo que había pasado y empezar una nueva vida.

Aunque los dos no olvidarian ese suceso tan fácilmente.

Realmente, Bertolt no sentía ningún tipo de rencor hacia su progenitora, y hasta había notado el arrepentimiento de ésta, pero nunca sintió como si lo mejor fuese hablar con ella. Es como si mencionar el tema ya de por sí fuese dañino, y ninguno de los dos tenía la valentía necesaria para hablar de él.

Las palabras que se dirigían eran mínimas, sólo cuando era estrictamente necesario, incluso cuando la madre tomó la decisión de mudarse, sólo lo anunció, no hubo ningún tipo de instrucción por parte suya ni opiniones por parte de su hijo.

Era realmente una relación muy fría y nunca sentían como si tuviesen la fuerza necesaria para calentarla.

Bertolt sentía como si en ningún momento su vida fuese a mejorar y aprendió a vivir con ella. Ya se había despedido de sus antiguos compañeros, y ciertamente echaría en falta su compañía, aunque nunca los llegase a considerar sus amigos, fueron las únicas personas que mostraban un poco de interés y preocupación en él y realmente se sentía agradecido por eso. Aunque no era una persona que contase sus sentimientos se hizo cargo de que ellos lo supiesen. Quizás ni siquiera era por ellos, si no por una razón egoísta como tener la conciencia tranquila.

Él pensaba mucho en esas cosas. Tampoco sentía que pudiese disfrutar de un entretenimiento. Al mudarse sólo se pasó todos los días de vacaciones hasta los escolares en su habitación y las veces que salía de casa las podría contar con los dedos de una sola mano. Así que su único "hobbie" era reflexionar. Por lo que no es ninguna sorpresa que siempre tuviese un millón de temas diferentes en su cabeza que a diario le preocupaban y nunca hacía nada para resolverlos.

Muchas veces quedarse en la cama durmiendo y no salir era la mejor opción que su vida le ofrecía. O al menos así lo veía él.

Los días de vacaciones se acababan con el tiempo y la melancolía de Bertolt llegó a convertirse en algo grave para su alrededor. Pronto tendría que salir de su cerrada burbuja donde no entraba nadie más que él, lo sabía perfectamente pero no estaba listo a aceptarlo.

El pensamiento de tener que volver a rodearse de gente a la que tendría que caer bien le causaba rechazo inmediato.

No estaba listo para socializar y no sentía como si en algún momento estuviese listo, su pensamiento de que sería un año tremendamente solitario para él estudiando se agravaba con el tiempo.

Mañana era el primer día. Sentía que todo estaba siendo un desastre, no sabía ni dónde estaría la clase y no es alguien que se sintiera cómodo preguntando eso. A pesar de los nervios que le causaba estaba un poco ilusionado, a pesar de todo él quería encontrar a alguien a quién considerar un amigo. Si no se encontraba dispuesto a empezar una conversación con alguien tenía claro que no sería fácil pero tenía esa ilusión.

Con cierta pereza se levantó de la cama, hizo todos los preparativos necesarios y se dirigió solo a la calle para el centro escolar.

Tenía una mezcla de ilusión y melancolía muy extraña en su cuerpo además de que no paraba de sentir mariposas en el estómago.

Quizás sería el inicio de una nueva calidad de vida para él.

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𝑯𝒊𝒈𝒉𝒔𝒄𝒉𝒐𝒐𝒍 𝑻𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕𝒔 {𝑅𝑒𝑖𝐵𝑒𝑟𝑡}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora