Amor entre la vida y la muerte

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―     ¿Por qué siempre los mandas?

―     Yo... so-solo quería... de-demostrarte mis sentimientos...

―     Para ellos no es así – se marchó molesto y el otro solo bajo su cabeza

―     Pero yo... yo... Te amo...

...

Esas habían sido unas palabras simples pero llenas de todo el valor que significaba un nosotros.

En los cielos, era conocido como Nakajima Atsushi, aquel chico de cabello blanco con mechones perdidos en negro y semblante angelical, era el causante de traer a los bebés a la tierra, los humanos, le llamaban: Vida.

Por otro lado, en el infierno, era conocido como Akutagawa Ryunosuke, aquel chico de cabello negro y mechones blancos en sus puntas, un semblante frio, era el causante de recibir a aquellos bebés que pasaban su vida creciendo en la tierra, los humanos le llamaban: Muerte.

―     Ryunosuke – le llamo el chico albino alegre desde su nube

―     ¿ahora que buscas Nakajima?

―     He creado algo nuevo para ti

―     Te he dicho que no los quiero – se quejo

―     Pero... pero es hermoso...

―     Son bebés rojos y gritones, no quiero algo así

―     ¿entonces los prefieres más crecidos?

―     ¿Cuándo entenderás?

Atsushi suspiro.

No podían tocarse, ni siquiera acercarse, aquella barrera los dividía, aquella que llamaban sol e iluminaba todo el lado del cielo, y aquella que llamaban noche que oscurecía todo el cielo, aquella que les inpedía tocarse más si podían verse y hablarse. Atsushi siempre montaba en una nube maravillado de ver al azabache usar a Rashomon, su fiel acompañante, esté, recogía a todos aquellos bebés que Atsushi le daba al azabache, algunos más grandes, algunos medianos y otros mayores. Pero la tierra se quedaba sola, muy sola cuando el azabache hacia aquello.

Atsushi un dia simplemente hablo con el hombre todo poderoso, creador de todo ― Oda-sama – le llamo tomando su túnica ― ¿Cómo puedo hacer que Ryunosuke se fije en mí?

―     ¿el chico de la noche?

―     Si, Ryu es... brillante

Oda sonrió ― un lindo ángel que trae vida, interesando en aquel que la quita, solo tú eres único y puro Atsushi – menciono acariciando al menor

―     Ryu... el necesita de mis regalos, de las vida

―     ¿Por qué lo necesita?

Atsushi callo, miro a otro lado y suspiro. Solo él lo sabía y no quería revelarlo. Hizo reverencia ante Oda y volvió a andar por el cielo.

Estaba dudoso, a Ryunosuke ya no le gustaba sus humanos, quizá no los creaba tan lindos o quizá le parecían aburridos, solo quería dejar saber cómo se sentía, solo quería darle un día más a las cosas, los humanos eran su mejor regalo.

Nacían, crecían, se superaban a sí mismo, aprendían y se divertían, llenos de alegrías y tristezas, llenos de odio pero también llenos de amor, de mucho amor para dar y compartir, para Atsushi crearlos había sido algo perfecto, solo eso pedía que conociera su sentir.

Entonces... su idea fue, simplemente crear muchos más. Desgraciadamente, llegaron las guerras, había muchos humanos y ya no morían por aprender, morían por causa de otro humano. Ryunosuke se llenaba de trabajo innecesario y Atsushi se sentido culpable de ello.

Vida y Muerte || Shin SoukokuWhere stories live. Discover now