Traición, Capitulo único.

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Frío, humedad, silencio, dolor. Era eso lo que sentía en aquel asqueroso lugar de mierda en donde se fue a meter para cerrar su nuevo negocio. Y joder, por si fuera poco ahora estaba herido, más dos de sus mejores guardaespaldas muertos.

El ruido de las pisadas de alguien lo hizo ponerse alerta. Levantó la cabeza buscando ver a algo pero su vista comenzaba a nublarse. El dolor de las balas en su pierna derecha y su brazo, era un horror que no deseaba nadie pasara. Y no tardaría mucho en desmayarse.

Era su fin, era su jodido fin.

Cerró sus ojos y suspiró dejando caer su cuerpo por completo en el suelo frío para esperar su muerte.

Ya no podía más.

—Voy  a sacarte de aquí.

Una voz masculina llegó a sus oídos e intento abrir sus ojos. Su intento fue fallido porque ya no soportaba el ardor que comenzó a sentir en todo su cuerpo.

***

Abrió sus ojos y se encontró en una habitación completamente blanca. La luz era demasiada para sus ojos así que los entrecerró hasta que su vista se fue aclarando y fue obteniendo un mejor panorama del lugar.

 A su lado derecho, una lámpara de noche y un reloj despertador. A su izquierda un botiquín de primeros auxilios. Frunció el ceño y se movió un poco, solo para sentir una corriente recorrerle la pierna derecha  y el brazo ¡Demonios! Se quejó y suspiró viendo la herida de la pierna cubierta por gasas, la de su brazo no se veía mal. En ese momento lo único que en realidad le importaba era saber dónde diablos estaba.

—Has despertado.

El pelinegro volteó a ver quién había entrado y se encontró con un castaño de ojos pardos que lo miraba con una sonrisa dibujada en su rostro. Era precioso, casi ningún hombre le parecía tan atractivo como el ardiente muchacho que tenía en frente. Pero no debía confiar, en este negocio, no podías confiar ni en tu propia sombra.

— ¿Quién eres? —preguntó alarmado e intentando levantarse a pesar del dolor que eso conllevaba.

— ¡No te levantes, mierda!

El castaño caminó en zancadas para llegar hasta él, lo detuvo colocando las manos en sus hombros y acostándolo. El pelinegro enarcó la ceja derecha mirando al joven atractivo con desconfianza.

—No me mires así, me llamo Tom y puedes confiar en mí.

El se rió vacilante.

— ¿Y acaso que debo confiar en una persona que no conozco? No te he visto en mi vida.

—De hecho lo hiciste pero de reojo —le dijo el tal Tom, bastante serio.

Él enarco la ceja de nuevo.

—Dónde y cuándo.

—Hace unos días, —Tom se sentó en la cama y levantó una de las gasas, Bill movió su pierna y jadeo por el dolor— no voy a hacerte nada, solo quiero ver cómo va, el doctor ha dicho que no perforo mucho y saco la bala, lo de tu brazo solo fue un roce.

— ¿Doctor? ¿Me has llevado a un hospital? ¿Cómo mierda explicaste la bala? —preguntó. No asustado, más bien sorprendido de no estar siendo custodiado por policías o algo así.

—Tengo un amigo doctor que trabaja para la gente como nosotros —dijo sonriendo de lado.

Él ladeo la cabeza viéndole sonreír. Endemoniada sonrisa la que tenía.

— ¿Gente cómo nosotros?

—Narcotraficantes, jefes de bandas, tú sabes.

—Oh, entiendo —frunció el ceño— ¿Porqué estabas en el lugar donde me dispararon? ¿Qué estabas haciendo por esos lares?

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⏰ Última actualización: Nov 20, 2014 ⏰

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