Luego de haber ido a la casa de Noah y tener acción, a la mañana siguiente se repetía exactamente lo mismo.
Yo... mirando por el gran ventanal del octavo piso, el cielo estaba completamente nublado y de el caían tristes poesías que solo yo distinguía.
— ¿Y ahora que tienes, Mills? — Pregunta el castaño mientras que rascaba su cabeza un poco aún estando encima de la cama, tapando su mismo regazo con las sábanas blancas de ahí.
— Noah... la noche pasada me llegó un mensaje... y... tengo que irme a trabajar a Los Ángeles... estoy nerviosa por ello. — Contaba yo con esa facilidad, mientras que iba y me recostaba junto a mi amante, viendo esos ojos verdes que tanto me encantaban.
Sin pensarlo dos veces, Noah me besó suavemente, sujetando ambas de mis mejillas, obviamente correspondí.
—Yo creo en ti. Y lo vas a lograr. — Ay Noah...
Con una felicidad enorme en mi estómago, me senté en su regazo y lo llené de dulces besos. — Quiero que tú estés ahí conmigo... quiero que me apoyes en todo. No se porque mierda me casé con Romeo cuando tú estabas enfrente mío... —
— Tú lo escogiste. — Eso me rompió el corazón. Suavemente le acaricié las mejillas y le besé los labios una vez más. —Lo siento Mills, pero yo... me siento usado. — Mis ojos inmediatamente comenzaron a humedecerse, él por primera vez había rechazado uno de mis besos.
— Cada vez que estás mal vienes conmigo, solo para divertirte un rato. Y... todo ese sexo que tuvimos... yo imaginé que... te hacía el amor. — No es así. No me podía quedar callada.
Solté un gran suspiro. — Escucha, Noah... sé que he cometido error tras error... pero... ahora quiero hacer las cosas bien... Noah... yo estoy enamorada de ti. Me encanta la manera en la que me tocas, como me tratas... como me consuelas cuando paso momentos de mierda... y no por nada te pido que vayas conmigo a Los Ándeles. —
Oh dios, esos ojitos verdes tristes de nuevo. Reí suavemente y le di un pequeño golpecito en la cabeza.
— Idiota. — Mascullé.
✍🏻
Ustedes dirán... ¿cómo es que llegué hasta aquí? ¿cómo es que llegó Noah a mi vida devuelta estando comprometida...? les contaré todo desde el principio.
Todo comenzó un día de escuela, yo me divertía haciendo garabatos en mi libreta, mientras el profesor explicaba.
Obviamente, Millie Bobby Brown se la pasaba de fiesta en fiesta, así tal como si estuviese haciendo parkour.
— ¿Estás de acuerdo que el maestro le da igual lo que hagamos? ya sabes... desde que su esposa... murió. — Dijo Karen, luego de que el timbre de salida sonó. "¿y eso a quien le importa?" pensé.
— Sí, pobre. — Dije seca, mientras que revisaba mi celular, tratando de escribir un texto a mi mejor amigo. Noah. Hoy llegaba de su viaje a Canadá.
Me mordí los labios al recibir una respuesta casi inmediata.
Al salir de la escuela me fije en una camioneta negra que reconocía a toda costa, rápidamente me acerqué a ella y esperé a que Noah abriera la ventana.
Cuando lo hizo, una gran sonrisa se apareció en mi rostro, ¡era mi bebé! — ¡Noah! — De una manera rápida abrí la puerta y me tiré encima suyo, mientras dejaba pequeños besos en la blanca piel del chico.
— ¡Mi bebé! — Chilló Noah con alegría, abrazándome fuerte. Las carcajadas de ambos se escuchaban por poco hasta la otra esquina.
Me subí al coche y me senté bien, acomodando mi falda cuadrillé bien planchada, obviamente Schnapp no iba a dejarme caminar sola hasta casa, así que me alcanzaron hasta mi casa.— Hoy a la noche, vienes al Mall conmigo, ¿de acuerdo? no pienso hablar una vez más por el móvil. — Le regañé y él asintió con la cabeza muy rápidamente, como si no quisiera que me molestara. Me conocía muy bien este chico.
Dejé un rápido beso en la mejilla de él y me bajé del coche, saludando con mi mano izquierda mientras que entraba a la casa.
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