16. La botella

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Alguna vez se han puesto a pensar en los errores que han cometido y que sabían que esos errores se podían solucionar pero que no hicieron nada para poder arreglarlo. Bueno así me siento, soy un error en medio de esta gente, que en sí se puede solucionar pero lo único que se hace es nada.

Llamo a Rebecca y le comento que tengo que ir al baño, creo que es lo mejor, alejarme de la incomodidad. Me levantó de la mesa y buscó el baño lo más rápido posible, cuando lo visualizo me apresuro a ello, al entrarme, lo primero que uno ve es el candelabro hermoso que cuelga del techo ¡¿porque mierdas tienen un candelabro en el baño?! Fácil de contestar, por el dinero, no saben ni que hacer con el.

Me veo en el espejo y pienso en lo estúpido que fue aceptar venir, era obvio que iba a hacer incómodo y aún más con Ibrahîm aquí, la cosa empeora, cojo agua con mis manos y pienso en lavarme la cara y decir a Rebecca que me tengo que ir pero... no quiero decepcionarla, boto el agua que llevo en las manos y decido regresar y enfrentar mis emociones y no dejar que cualquiera venga a estropiar mi día.

Cuando estoy de salida choco con alguien —. Lo lamento —digo sobando la parte que me golpeé.

—No tienes porque —dice la chica —. Fue un accidente.

Cuando veo su rostro en la cara se me dibuja un tomate entero, la hermana de Ibrahîm —. ¡Enserio lo lamento! —vuelvo a decir.

—No le pongas interés —dice sonriente —. Pero ya que estas aquí ¿podría hablar algo contigo? —suelta y mi mente solo comienza a zumbar y ¿ahora qué hice? Sera algo malo, será que se enteró de lo Ibrahîm, no... no creo o pueda que sí, bueno espero que no.

—¿Que sucede? —digo nerviosa.

—A ti, ¿te gusta mi hermano? —dice y mi respiración se agita ¿porque lo dirá?

—¡No... no me gusta! ¿por qué?

—Es que la manera en que sus ojos conectaron cuando él llegó, fue espeluznante —dice con los ojos brillosos.

—No creo —digo con el corazón en la garganta —. Seguramente fue la impresión de verme aquí.

—Sí, de seguro fue eso... yo que estoy loca y imagino cosas —dice sonriente —. Olvida lo que dije y disculpa por esto —dice amable.

—No hay porque, más bien gracias por aceptarme estar con ustedes.

—Ni lo digas, cualquier amiga de Rebecca también es mi amiga, así que vamos y empecemos la fiesta de una ves —dice tomando de mi mano.

Nos acercamos a la mesa y todos nos quedan viendo porque venimos hablando o mejor dicho riendo a horcajadas.

—¿Y de que nos perdimos? —comenta Yasser.

—De nada —contesta Tahira y las dos comenzamos a reír.

—Par de locas —dice Rebecca.

—Pero así nos querés —se defiende Tahira.

El Hijo del Jeque ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora