Robin leía uno de sus tomos después de un largo día, sentado sobre su cama, siendo iluminado por la tenue luz de una vela ya algo gastada.
Escuchó la puerta abrirse bruscamente; antes de poder siquiera mirar de quién se trataba una mano le cubrió la boca y otra llevó su brazo derecho detrás de su espalda, obligándolo a soltar el libro, todavía no estaba muy seguro de lo que estaba pasando, escuchó una voz susurrante:
-No mires o te resistas, es inútil. -La voz le pareció familiar, demaciado para su gusto. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando una mordaza con forma sugerente invadió su boca. -¡Mrrhh! -Chilló. Aunque el sonido era apenas perseptible detrás de la mordaza. Su brazo izquierdo fue forzado detrás de su espalda igualmente, intentó resistirse, luchar contra quien fuera que estuviera intentando secuestrarlo. Desgraciadamente su captor era más fuerte físicamente, sus esfuerzos solo lo perjudicaron.Una cuerda gruesa y pesada mantuvo sus muñecas y antebrazos juntos. Mientras que otra aseguraba sus brazos contra su torso; sin previo aviso, su captor apretó las cuerdas, haciendo gemir a Robin dolorosamente.
Una venda cubrió sus ojos, privandolo de su visión. -¡Mrrgh! -Chilló suplicante, aunque eso no detuvo a su captor de atar sus piernas igualmente. Creía que había terminado, una cuerda pasó por su entrepierna, con un extremo atado a su cuello, y otro a sus antebrazos, haciendo de cada forcejeo en su intento de liberarse, le rozara el miembro.
¿En qué momento terminó indefenso de esa forma? Hace unos momentos estaba leyendo tranquilamente, todo había pasado muy rápido y apenas entendía lo que estaba pasando, mucho menos lo que le sucedería. Finalmente sintió la correa de su mordaza ajustarse alrededor de su cabeza. Dedujo que estaría dentro de un saco, pues ahora estaba entre sofocantes paredes de tela fría.
Mientras lo transportaban a algún lugar donde probablemente nadie lo encontraría intentó gritar, aunque su mordaza hacia de sus gritos algo imperceptible; intentó desatarse, pero no alcanzaba ninguno de los nudos, además, con cada intento la cuerda de su entrepierna le rozaba incesante el miembro, además de apretarle los testículos. A los pocos segundos pudo escuchar el galopar de un animal, y el saco se agitaba más, Creyó que ahora estaría sobre un caballo, de cualquier forma, eso ya no importaba; él solo podía quedarse ahí, atado, amordazado y sin poder ver absolutamente nada. El trayecto le pareció eterno, y al no poder hacer nada al respecto, poco a poco perdio el conocimiento.
Despertó fuera del saco, atado de sus muñecas y tobillos a cada borde de lo que quiso creer una cama. Entró en pánico, forcejeo, chilló e intentó cualquier cosa para poder liberarse.
Sintió un cuerpo masculino sentarse sobre su abdomen, quien también deslizó su mano debajo del pantalón del ahora cautivo estratega, y comenzó a acariciar su irritado miembro. -mrghm -Gimió plácidamente. Su captor se levantó y le bajó el pantalón, causando un escalofrío en Robin y desvelando su miembro erecto. -veo que te está gustando... -Dijó seductoramente -Te daré lo que pides a gritos-. Introdujo su miembro en la entrada del estratega, quien reprimió un gemido de dolor y placer, el sentir su entrada estirarse así por primera vez, le provocó un dolor inmenso. Comenzó a sentir fuertes estocadas que más allá del dolor, le provocaban un sentimiento extraño. No pudo evitar recorrer a lametones la mordaza que llevaba. Nunca había experimentado eso que llamaban "exitación" y el sentir placer por lamer algo así era algo nuevo, esa nueva sensación le hacía perder el control; después de todo, tenia forma era ideal para satisfacerlo. Intentó soportar el mayor tiempo sin revelar el placer que sentía, aunque para su desgracia, se corrió irremediablemente, delatandolo. -Que mal educada eres, correrse cuando no te he dado permiso, no voy a permitir esa rebeldía-.
¿Mal educada? Le pareció extraño el que no le llamara "mal educado" sino mal educada", no le dió mucha importancia, tenía otras cosas de las que preocuparse, como la forma en la que escaparía o el hecho de que se acaban de correr sobre él, desde su pecho hasta su rostro. -¡Gmhr! -. Se retorció nuevamente contra sus ataduras, definitivamente no estaba dentro de sus planes quedar cubierto de semen.La mano del contrario se posó suavemente sobre la mejilla derecha de Robin. -Pero que sonrojado estás, nunca imaginé que verte así.- Fue hasta entonces que Robin se dió cuenta de lo humillado que debía estar en ese momento. El suave agarre se torno en un agresivo bofetón. -Eso es por perra-. ¿Perra? ¿Quien le daba el derecho de llámalo así?, Recibió otro bofetón que le hizo chillar de nuevo. -Pero supongo que es lo que esperaría de tí, después de todo, siempre fuiste de mi propiedad-. Robin no dijo nada, aún pensaba de quién podría tratarse. -Mmm...veo que estás algo confundido, te quitare esto-. Le retiró la venda de los ojos, al principio no pudo ver mucho, pues había sido privado de cualquier luz durante un largo tiempo, pero cuando finalmente logro ver algo se encontró con el rostro de ¿¡ELIWOOD!?
Ahogó un grito y dejó que sus ojos lo expresarán todo. -¿Pasa algo mascotita?-.Entonces pudo comprobar su humillación, él era superior a Eliwood en la jerarquía, pero aún así estaba indefenso, empapado de semen, con las mejillas enrojecidas por los bofetones, lamiendo un consolador y siendo complacido por un aparente extraño.El mayor se recostó sobre el pecho del menor, haciendo caso omiso a los jadeos que pedían que lo liberará, se acercó a su cuello le proporciono ligeros lametones que provocaban gemidos en el menor a medida que avanzaba; eventualmente comenzó a morder su cuello suavemente, aumentando la fuerza con cada mordisco. -¡Mrghrr!-. Se apartó cuando un par de gotas de sangre se deslizaron de un costado. Lo miró desafiante, dispuesto a conservar su dignidad.-Mm...De acuerdo-. Metió la mano en un cajón lleno de "juguetes", sacando un látigo de entre ellos.
Robin sabía que ese látigo lo haría sufrir, aún así le devolvió un gruñido hostil, haciéndole saber al mayor que (por lo menos por ahora) no estaba dispuesto a ceder. -Cuando acabe contigo serás tan sumiso como la perra que eres-. Su sonrisa fue tan sincera que el estratega se sintió horrorizado, igualmente no externó su pavor y respondió sosteniendole la mirada.