El Fuego

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Capitulo 45 ~ El Fuego. 

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- ¿A dónde Iremos? - pregunté sosteniendo su mano en todo momento. Recargué mi media espalda en la ventana cerrada con la cortinilla; Me esperaban más de Quince Horas de Vuelo... Que Felicidad, pensé. 

- A Suiza, a una caballa en medio de un bosque donde yo estuve por un tiempo. Allí es imposible que nos encuentren. - Tragué gordo.

- ¿Baltazar nos encontró en México? - Justin giró su cabeza, y me miró con detenimiento.

- Si. - Contestó serio. 

- ¿Descubrirá que estamos en Suiza? 

- No lo se. - otra vez, dijo del mismo modo. - No temas, no ocurrirá nada. 

- Justin, no quiero huir toda la Vida... 

El viaje a Suiza fue más cansado de lo que creí alguna vez. Mi espalda me dolía y me encontraba con un pequeño - pero molesto - dolor en la parte alta del cráneo. El caso es que, para cuando llegamos al Aeropuerto de Ginebra , mi cabeza palpitaba como Luz intermitente Roja en un Semáforo. 

Para desgracia y sorpresa mía, en Ginebra estaba Helando. Y lo decía con todas las letras de la palabra... He-lan-do. De congelados. Así. 

Cuando bajamos del Avión descubrí que la chaquetita negra que Llevaba puesta era una clase de similitud a llevar blusa de Tirantes, y que no serviría de absolutamente nada. Justin me ocultó en sus Brazos y ambos corrimos hacia el aeropuerto, el cual contaba con Calefacción integral. Gracias al cielo, en aquel enorme aeropuerto, estaba una tienda de "Tonterías, Estupideces, y algo más", y entre eso que no se nombrara estaban "Chaquetas de Esquimal". Compramos tres, una de sobra por si la situación lo meritaba, y salimos del Aeropuerto en un Taxi. 

Ni siquiera las caricias y mimos de Justin me calmaban esta vez. En nuestro pequeño viaje en coche (un coche que Justin había Alquilado) no quería ni siquiera mirar por la ventana por el miedo que me causaba el imaginarme a Baltazar saltando hacia la Ventana con una Daga en Mano listo para Matarme. Repito: todo había sucedido demasiado rápido... 

El sol seguía en Alto en el cielo; eso del cambio de Horario seguramente me mataría. No sabía las diferencias de Hora con Exactitud, sin embargo podía tomar referencias: El vuelo había durado Quince Horas. Cuando salimos del Aeropuerto de la Ciudad de México eran las Diez de la Mañana, por lo que, si hubiéramos estado en la misma zona Horaria, En Ginebra sería la Una de la mañana, pero cuando llegamos ya estaba amaneciendo, lo que concluía a mas de 24 horas sin Dormir. 

La camioneta 4x4 andaba sobre troncos y caminos rocosos, hasta que Justin tomó una tangente que obviamente no era parte del mapa. Continuamos por ese camino (que realmente no existía) por unos cuantos minutos, hasta que apagó el motor de un segundo para otro. 

Mis sentidos estaban ya casi totalmente apagados, y mi alma se estaba decayendo cada vez mas. Solamente pedía sueño... Eso era todo. Me sentí tan débil al descubrir que mi cabeza andaba de un lado para el otro meneándose molestamente mientras que mis párpados se cerraban. Tenía mucho, mucho sueño. 

- Llegamos... - susurró Justin mirando a través del cristal. Yo miré hacia donde sus ojos estaban posados, y descubrí una muy bonita choza. Era... Primorosa.

Bajamos de la camioneta, y yo cargué mi mochila en los hombros. Justin se adelantó unos segundos para ir a abrir la Puerta; ¿Que iba a estar haciendo Justin allí? El había comentado vagamente que había pasado unos meses en esa insípida cabaña, ¿Por qué? ¿El también se había ocultado de alguien? 

Para sorpresa mía, ya no sentía tanto frío. La Nieve blanca adornaba los grandes pinos, y el olor a Corteza de Árbol me resultaba altamente placentero. El sonido de alguna clase de ardilla abrir su nuez me sacó de los pensamientos, recordándome que debía de entrar. 

Y así lo hice. 

Otra Sorpresa: El lugar estaba Cálido. Muy, muy Cálido, como para quitarte hasta la chaquetita negra que no me había servido para nada minutos antes. 

Justin estaba encendiendo la Chimenea al fondo del Lugar al momento en que yo me acerqué a observar. Las Paredes de Troncos, madera por todos lados. Una ventana llena de Escarcha al fondo, y la chimenea flameando imponente. 

Mis sentidos estaban tan apagados, que lo ultimo para lo que tuve cabeza, fue dormir. 



...



- Yuro viene en camino. - Dijo Justin mientras que se sentaba a mi lado en el sofá, y ambos mirábamos hacia el fuego. Acababa de despertar; la noche caía sobre Ginebra , pero no sobre mí. Yo me imaginaba al Sol en todo su esplendor si salía al exterior... Malditos cambios de Horarios. 

Era la Primera vez que hablábamos con claridad y tranquilidad desde México, antes de que Yuro nos llamara y Advirtiera sobre Baltazar, por lo que probablemente el tenía cosas que Aclararme. 

- ¿Cuando llegará? 

- En un par de Horas, Supongo. - Yo asentí, pensativa. 

Me acurruqué en el pecho de Justin subiendo mis pies al sillón. El me ocultó en su pecho mientras que totalmente abrazada a él, miraba hacia el fuego.

Me gustaba el fuego. Era tan prepotente, audaz, sin importarle nada. Si el fuego fuera una Persona, probablemente sería de esa clase de Personas que no les importa los demás, solo piensan en ellas mismas; que solamente se divierten y son Poderosas hipnotizantes. El fuego me hipnotizaba. El fuego sería en una Persona todo lo que odio, y al mismo tiempo todo lo que a mí me gustaría ser. 

- Tengo miedo. - Susurré, y Justin carraspeó su pecho. Presentía, el también tenía miedo, como yo. 

- Siempre estaré Aquí. No ocurrirá nada. - ... Pero seamos Sinceros: Si Baltazar nos encuentra, nos mataría a los dos, sin dudarlo. No creo que a Justin le fuera a dejar el Beneficio de la duda siendo que todas las cuentas estaban más que claras: El lo había traicionado. Había roto el legado de la Secta. Todo por mí. Sin saberlo, lo había condenado a una Muerte segura. Y entonces entendí que el miedo que sentía era prácticamente Nulo, ya que el miedo que comenzaba a sentir en aquel instante lo opacaba ochenta veces. 

Justin moriría por mí. Yo moriría por él. Dos Muertes, siendo que se puso evitar una, y hacer las cosas más rápido. Ojalá Justin no se hubiera enamorado de mí jamás, pensé. Si hubiera hecho su trabajo bien desde un principio, el podría seguir vivo, me hubiera matado, y continuaría con su vida. Lástima que el tiempo no es reversible. 

- ¿Cómo supo Baltazar que estábamos en México? - pregunté, temerosa a la Respuesta. 

- Tiene a una Bruja de su lado. 


~ C O N T I N U A R A ~

The Red Pawn~ Segunda Temporada <TERMINADA>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora