Caía, caía en la oscuridad, no sabía cuando empecé a caer pero sí que llevaba mucho tiempo haciéndolo.
Cuanto más descendía más difícil me era ver la luz.
No tenía como detenerme, o más bien dejé de saber como.
No me apetecía parar, ya me había acostumbrado a caer y me daba igual cuanto más lo siguiera haciendo.
De pronto hubo un haz de luz que apuntó a un saliente, así que me aventuré a explorar para ver si sería capaz de agarrarme.
Lo fui, me agarré y por un momento tuve esperanza, esperanza por salir de aquel agujero, así que empecé a escalar por él. Pero cuando estaba a punto de subir, ese haz de luz que pensaba que nunca se apagaría resultó ser una bombilla y esta misma, decidió de dejar de proporcionarme luz. Asustado me solté del saliente y comencé denuevo mi descenso....Tardé meses en olvidar lo sucedido, en olvidarme de aquella luz que pensé que me salvaría, meses en los cuales había bajado a una velocidad que iba aumentando a cada día que pasaba. Pensé que tocaría fondo, que se acabaría de una vez por todas ese sentimiento de soledad, y volvió a aparecer otro foco de luz.
Este era diferente al anterior, no solo me daba luz si no que también calor, y apuntó a un saliente y lo que parecía estar abajo suya, el final del agujero. Con mis últimas energías logré agarrarme, no escalé con tanta velocidad esta vez por inseguridad y miedo, miedo a caerme y no volver a ver y sentir esa luz que había decidido posarse en mí y apoyarme. Viendo que no se apagaba pensé que era mi momento, que lograría subir y recuperar energías para poder salir de aquel agujero, pero una vez más la luz se apagó.
Dicen que el humano es el único ser que se tropieza dos veces con la misma piedra, pero yo ya estaba cansado de caer.
Así que no me soltaré, me niego a soltarme y, aunque no vuelva a ver esa luz, todavía noto el calor que me daba, ese calor que hacía que mi soledad desapareciera y me reconfortara estar ahí, para ella.
Estando ahí colgado había voces que me preguntaban porque no estaba enfadado con la luz, que me había dado esperanzas para dejarme caer denuevo... yo les decía que no, que no le guardaba rencor porque tuvo que elegir, tenía que elegir entre la persona con la que quería pasar el resto de su vida, y alguien a quien conocía de hacía poco más de un mes. Yo tenía clara la respuesta desde el primer día en el que me agarré, y me dio igual, así que ahora me atendré a las consecuencias y soportaré en silencio las ganas de que esa luz vuelva a fijarse en mí.