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LA MAÑANA FRÍA del lunes la adolescente miró con curiosidad al mayor, aquel nombre que menciono su superior se le hacía muy conocido, pero nunca supo quien era —o nunca se esmero por saberlo—. Había escuchado un par de veces sobre ' Yugi Amane ', parecía que él era la preocupación del profesor en varias ocasiones, pues si algo sabía gracias a lo que llego a escuchar, es que ese muchacho era muy solitario.
Yoake Hikaru, la joven que estaba frente a aquel profesor, sentada en una silla, mareada por el olor del cigarrillo que yacía el mayor fumando poco después de que llego a esa pequeña sala iluminada por una luz que parecía estar en una lucha eterna por estar prendida.
Pero, ¿qué tenía que ver Hikaru con ese chico? Ni lo conocía en persona, solo había escuchado de él mediante sus amigos, compañeros y el profesor.
¿Hace cuanto estaba allí? El olor del cigarrillo de Tsuchigomori empezaba a sofocarla, su rostro formo una mueca inmediatamente ante tal pensamiento, trataba de ser lo mas amable posible, pero si seguía respirando esa aberración empezaría a contestar de mala gana.
—Entonces, Yugi Amane, quiero que te encargues de él, ¿puedes? —el mayor mostró una sonrisa, sonrió frunciendo ligeramente el ceño—, no importa que te niegues, lo har-
—Me parece bien.
—¿Ah? —relajó sus hombros ante la respuesta del profesor, de verdad ese olor la estaba matando por dentro, solo buscaba la forma de irse lo mas rápido posible— ¿Es en serio?
—Sí, ¿Acaso esta mal? No siempre voy a negarme a todo, además, no lo conozco, no puedo negarme sin conocerlo, para que Tsuchigomori-sensei diga tantas cosas buenas de alguien, tiene que pasar algo muy extraño.
Hikaru sonrió impaciente por salir de ese lugar, como odiaba que él fumará cuando ella estaba allí solo porque era de apariencia despreocupada, y sí, la verdad no le importaba si fumaba o no, pero lo menos que pedía es que abriese la ventana de ese pequeño cuarto, lastima que debía guardárselo para si misma.
—Él debe ser agradable, ¿no?
Tsuchigomori soltó una risa ligera, terminando con el cigarrillo por fin, dejó este en un plato pequeño, no sin antes frotarlo para que se apagara, soltó un suspiro mental mirando al mayor, este no pensó que fuera a aceptar, Hikaru era una persona que negaba todo tipo de actividades, simplemente le daba flojera o no quería, por eso mismo le pareció raro que aceptará cuidar de Amane, aunque nunca le había ofrecido que cuidase de una persona, quizás era por eso.
—Él es un buen muchacho, no te causará problemas, solo quiero que lo cuides y te hagas su amiga —le dedicó una sonrisa tranquila, apoyándose en el respaldar de la silla—, eso es todo, puedes ir a tu clase.
La joven Yoake soltó un suspiro al ver como su profesor cambio la cara de un momento a otro, de una sonrisa tranquila a un rostro que expresaba desinterés por el entorno. Se levanto del asiento despidiéndose con una reverencia leve, sonrió por ultimo saliendo de esa sala para dirigirse a paso firme a su salón, le dolía el cuello de lo incomodo que era estar sentada en una silla de madera tiesa, ¿acaso no podía tener algo mejor que eso?
