Capítulo 19

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Dafne y Nereida jugaban con la pequeña mientras Helga y Ligia hablaban. Helga estaba asimilando toda la información recibida e intentaba pensar cómo debía decírselo a Floki. Ligia se acercó a las niñas, aún no había hablado con la pequeña, ni siquiera sabía su nombre, Helga no había podido comunicarse con ella, pues solo hablaba la lengua materna, la lengua de Gabeiria y algunas palabras del árabe, aprendidas en aquella ciudad.

-Hola – Se sentó junto a Nereida. - ¿Cómo está la pequeña?

-Aún no habla mucho - Dafne agachó ligeramente la cabeza mirando a la pequeña que se encontraba entre sus piernas.

-Pero ya sabemos su nombre, Dahud. – Nereida sonrió triunfante.

-Dahud... - Murmuró Ligia para sí misma. – Hola Dahud – Acarició la cabeza de la pequeña, que alzó la mirada al escuchar su nombre con una pequeña sonrisa. – Debe aprender el nuevo idioma... Y vosotras debéis mejorarlo - Ligia alzó la vista buscando un rostro en concreto. Aquella melena rizada anaranjada se dejó ver entre las guerreras. – Atargatis. – La llamó. La cabeza con abundante cabellera alocada se giró, dejando ver aquel rostro salpicado de pecas. – Acércate – Le indicó con las manos que se sentara junto a ellas.

-Mi reina. – Se inclinó en señal de respeto. – Princesas.

-Siéntate, por favor – Nerviosa aceptó, solo en una ocasión había estado tan cerca de la reina, en aquella primera visita a Kattegat, cuando le entregó la pequeña bolsa que contenía el anillo, presente para la reina Aslaug, Atargatis no podía olvidar aquellos pocos minutos, los recordaba con orgullo, pues no era más que una joven sirena en su primer viaje lejos de su casa, lejos de su familia, sirviendo a su reina.

-Gracias, mi reina.

-Llámame Ligia – Ligia le tomó las manos, transmitiéndole confianza y seguridad. – Y ellas son Dafne y Nereida, y esta de aquí la pequeña Dahud – Hizo una mueca que desató unas risitas de la pequeña Dahud. – Sé que eres la mejor traductora y estudiosa de las lenguas.

-Gracias mi rein... Ligia

-Querría pedirte...

-Lo que sea mi reina, aceptaré encantada. – Ligia sonrió ligeramente ante el entusiasmo de la joven, que no debía de tener más de 17 años.

-¿Serías la profesora de las princesas y de esta pequeña? Deben manejar el nuevo idioma de forma fluida.

-Por supuesto mi reina, confíe en mí.

-Además, también deberán aprender más idiomas, son princesas, futuras reinas, deben hablar fluido la mayor cantidad de lenguas

-Claro mi reina, al llegar a Kattegat empezaremos con las nuevas lenguas, y aprovecharemos estos días para manejar esta.

-Muy bien, las dejo en tus manos. – Atargatis asintió a modo de respuesta. Ligia se levantó y volvió con Helga.

Kattegat se veía a lo lejos, Björn se preparaba para dar la orden de tocar el cuerno, pero algo le llamó la atención, algo estaba diferente, con sigilo todos los barcos llegaron a puerto, siendo él el primero en bajar, algo le obligaba, un presentimiento que le guiaba al gran salón. Seguido de cerca por Hvitserk, Floki y el resto de guerreros, quedándose Ligia y Helga atrás, con las princesas y la pequeña, que junto a Atargatis caminaban, seguidas por Lorelei y Ondina, tras las huellas dejadas por todos aquellos guerreros, llegando a las puertas de aquel gran salón en el cual esperaban ver a la reina Aslaug, pero que en su lugar se encontraba otra mujer, a quien Björn se refería como madre, mientras Ubbe y Ivar se encontraban retenidos. Ligia miró a su alrededor, sin ver a ninguna de sus guerreras, extrañada se acercó a Björn, no sin antes ordenar a Lorelei y Ondina la protección de las princesas y de la pequeña, pues no sabía lo que podía llegar a pasar.

The soul of the seaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora