1. Menuda semana

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El sol resplandecía sobre el cielo de Privet Drive. Las calles se encontraban desiertas, pues en una mañana de verano de este tranquilo barrio la gente solía preferir quedarse en su casa. No se oía un solo ruido en todo el recinto, menos los gritos de un hombre que se notaba enfadado.

-¡Harry Potter! ¡Ven aquí ahora mismo!- gruñó Vernon Dursley enojado. Segundos después se escucharon unos pasos provenientes de la escalera -¡Cómo se te ocurre haber dejado los platos sin fregar! ¡Tendremos que comer con platos sucios!

-Haberte preocupado un poco y haberlos fregado tú...- musitó Harry.

-¡Cómo te atreves...!- replicó Vernon aguantándose la rabia.

-Nada, da igual. Ahora fregaré.

-Más te vale si quieres comer algo. Además, luego viene tía Marge a pasar una semana y no quiero que hagas ninguna de tus... cosas. Y pórtate bien con ella.

-Lo haré si ella se comporta conmigo.

-¡Lo harás y punto! O si no...

-¡O si no qué! Te recuerdo que puedo hacerte mucho daño, Vernon- exclamó fríamente y harto de esa estúpida familia. Estaba su tío Vernon, que más que persona parecía una morsa con bigote. Luego su tía Petunia, que tenía el cuello tan largo como una jirafa, lo que le resultaba muy útil a la hora de espiar a sus vecinos. Por último, su estúpido primo Dudley, que parecía un cerdo, más cuando hace dos años Hagrid le puso una bonita cola. Recordaba perfectamente cómo se rió al ver esa graciosa estampa. Extrañaba al guardabosques, al igual que a sus mejores amigos, Ron y Hermione.

-Hmpf.

Harry empezó a fregar malhumorado después de su pequeña disputa con Vernon. Cuando acabó, se dirigió hacia su cuarto y empezó a hacer sus deberes de historia. Historia de la Magia, porque sí, Harry James Potter, era un mago.

Con pluma en mano, empezó con la redacción que le debía de ocupar 2 pergaminos. Conociendo a sus amigos, a Ron le parecería demasiado y Hermione se pasaría de dos o tres. Al menos, de Historia de la Magia solo le quedaba eso, los deberes de Transformaciones ya los había terminado, al igual que los de Encantamientos, Herbología y Astronomía. Sin embargo, aún le quedaba Pociones, asignatura que no le desagradaba pero su profesor... le tenía manía. Severus Snape era el típico profesdor que favorecía en extremo a algunos alumnos mientras que a otros... les pasaba lo mismo que a Harry.

Alrededor de una hora después, el ojiverde y pelinegro salió de la habitación dispuesto a dar un paseo. Así por lo menos su tío no le molestaría más.

Salió de la casa e inmediatamente notó el tremendo calor que hacía. Volvió a entrar y cogió una gorra del cuarto de su primo Dudley. Abandonó la casa esperando que no le descubrieran, pues si alguien en aquella casa de locos le descubría con una prenda de su primo, tendría que pasar una larga temporada en la alacena bajo la escalera.

Paseó por las calles tranquilo, tarareando la canción del Sombrero Seleccionador, aunque cada vez con una melodía diferente, pues aquella era la magia de la canción. Después de una hora decidió volver a casa y se encontró con una desagradable sorpresa... Marge había llegado.

Era exactamente igual al tío Vernon, pero sin bigote. Igual de gorda, o incluso más, cosa bastante difícil.

-Vaya, vaya... Pero mira a quién tenemos aquí. El mocoso Potter- se burló Marge. -Hacía tiempo que no te veía. Cada año estás más horrible. Al contrario que mi querido Dudders. Mírale, todo un hombretón. Me ha dicho tu padre que te has apuntado a boxeo, ¿es así?

-Sí- contestó Dudley orgullosamente.

-Pero tú... no haces nada de deporte. Normal que estés tan escuálido. Vernon está siendo muy blando contigo. Debería darle vergüenza tener bajo su casa a semejante... bicho. Pero supongo que será cierto lo que dicen... de tal palo, tal astilla.

Harry Potter y el poder del amor verdadero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora