-Antes de robarle al demonio, que alguien me explique qué tipo de regla es y si de verdad es una regla.-
- Pues una regla de medir- dijo Obiana sin más. Por fin dice algo normal. - ¿Sabes que yo me medí un moco que mesuraba cinco centímetros? - explicó con cara pensativa - luego sé lo di a mí hámster, y creo que se murió. Lo odiaba mucho, se comía todos mis libros de Dibujo. Y me los quería comer yo. Incluso le puse trampas para que picara. Pero el muy listillo me decía que pusiera yo la mano, y lo hacía... Ah, Klaus es el tipo más sexy que has visto en tu miserable vida. –
Auch.
Miré a mi alrededor. Había muchos chicos y chicas, pero ninguno era digno de ser mi futuro marido.
Silencio. Mucho silencio.
-Que viene, que viene- susurró Romberly. -
Todos giramos la cara hacia la puerta. Entraron dos chicos que para que engañarnos, eran preciosos.
Los dos tenían el pelo de color marrón, pero uno de ellos tenía los ojos azules claros. No pude observarlos más, ya que se sentaron de espaldas a la primera mesa que había, que daba directamente a la puerta para ir a las habitaciones, perfecto para huir.
Pero sí que pude identificar a Klaus, porque literalmente llevaba una regla en su mano. Era de metal, de las de 30 cm.
Todos empezaron a hablar de nuevo. Las chicas de mi mesa me miraban con cara de preocupación -Es tu hora, vengadora- comentó con entusiasmo Tomás.
Me levanté poco a poco, mirando con asco a ese puerco.
-Mucha suerte, Radio rebel. Tus fieles admiradoras te apoyaremos pase lo que pase. - comentó Obiana.
Yo no sabía qué decir, así que le sonreí con la boca cerrada.
-Querida Riley- añadió Romberly- Mis Pingus dicen que usted saldrá sana y salva. Pero también dicen que tengas cuidado con Klaus, ahora y más adelante, intentará plantarte como una planta. - Genial, quiere enterrarme viva.
-En fin- finalicé haciéndome una coleta, como las ladronas de las películas -decidle a mi padre que fui yo quien le tiró su guitarra favorita a la basura. -
Respiré un poco antes de coger carrerilla y empezar a correr. Soy muy lenta, y doy mucha lástima. La gente se quedaba mirándome, pero estaba tan nerviosa que no pude oír lo que decían, seguramente estaban riéndose de mí.
Estaba a punto de llegar a la mesa de Klaus, (no estaba muy lejos, pero como ya he dicho, la lentitud puede con mi ser) y le pregué a Diosito que no me cayera.
Todo paso muy rápido, el chico que se situaba al lado de Klaus me lanzó una mirada asesina, y balbuceó un: NO. Pero ya era demasiado tarde ya tenía la regla entre mis manos y ya estaba corriendo como la vieja de IT 2 hacía mi cuarto.
Klaus se puso de pie, no lo podía ver ya que ahora era yo quien estaba de espaldas, pero le escuché gritar un QUE HACES muy fuerte, casi me cago encima.
También pude escuchar más gritos, pero no podía reconocer de quien provenía.
El corazón me latía a mil por hora, y lo primero que se me ocurrió fue esconderme en el armario.
Los segundos eran minutos, los minutos eran horas, y no puedo decir que las horas fueron siglos porque estuve 5 minutos y 36 segundos (Gracias Robin) en el Armario.
En ese dichoso mueble estuve pensando sobre mi vida. Como había terminado aquí y todo lo que me había pasado antes de ser internada.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por las voces de mis compañeras, y la de un chico.
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𝖢𝗈𝗇 𝗅𝖺 𝗋𝖾𝗀𝗅𝖺 𝗇𝗈 𝗌𝖾 𝗃𝗎𝖾𝗀𝖺.
HumorPor problemas económicos, Riley es internada en una granja, donde le prohíben ser otaku, correr por las paredes o hablar en código morse. Poco a poco se da cuenta que ese lugar no era normal, que escondía un secreto. Junto a Obiana, la chica que pu...