𝓘𝓷𝓯𝓲𝓮𝓵𝓮𝓼 12

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La Feliz pareja volvía con tranquilidad hacia su hogar, cuando el celular del peliplata comenzó a sonar. Al mirar la pantalla en su auto, Inuyasha sonrió, atendiendo.

-Madre – La azabache al escuchar eso, dejo de prestarle atención al exterior para mirar a su novio.

- Hijo mio, ¿Estas ocupado?

- No, madre. Estamos volviendo a casa, ¿Por?

- Vengan a almorzar. Hace mucho que no veo a Kikyo y quiero saber como se encuentra – Al escuchar ese nombre, Kaghome abrió sus ojos mirando fijamente a Inuyasha que sonreía. Amaba a su madre, era por demás de obvio que no soportaba a Kikyo, pero hacia un esfuerzo sobre humano para llevarse bien con ella, todo por su bien.

- Claro, madre – Kaghome comenzó a negar con su cabeza pero el peliplata la ignoro – Estaremos allí en 20 minutos.

- ¡Que alegría escuchar eso, hijo mio! Rin se pondrá muy feliz por tu visita.

- Nosotros también estaremos felices de verlas.

- Nos veremos en unos minutos, mi niño. Te quiero.

- Te quiero más, madre – Sin más, cortaron la llamada. Kaghome lo miraba como si tuviera dos cabezas. ¿Qué acababa de suceder?

- Dejame ver si entendí, ¿Quieres que vaya a almorzar con tu madre, aun sabiendo que yo no soy Kikyo? – Gruño la azabache, como si hubiese perdido la cordura por completo.

- Cariño, no te das una idea lo feliz que será mi madre cuando me vea llegar contigo y no con Kikyo – Con delicadeza tomo su mano, llevándola a su boca para besarla – La detesta.

- Pero no se. No estoy segura, Inu – Lo miro fijamente notando como poco a poco su sonrisa se desvanecia.

- Esta bien, cariño. Fue mi culpa por decir que si, cuando no te pregunte. La llamare y cancelare todo – Murmuro, mientras comandaba la pantalla de su auto, buscando el contacto de su madre. Kaghome lo miro y suspiro, ¿Quién era ella para quitarle la alegría que tenia hasta hace 5 minutos?

- No, amor. Iremos – Tomo su mano para detenerla y luego la guio a su pecho – Solo estoy algo nerviosa, pero lo soportare.

- ¿Estas segura, pequeña? – Un deje de esperanza de dejo notar en la voz del peliplata y Kaghome sonrio. Era feliz con tan poco.

- Si, cariño. Estoy segura.

- Eres la mejor. Te prometo que todo saldrá bien.

- Confio en ti, cariño.

Varios minutos después se encontraban en las afueras de la ciudad, donde las casas con jardines gigantes se dejaban ver. Niños y mascotas corrian por las aceras jugando unos con otros.

-Llegamos – Anuncio estacionando en auto en la entrada de un pequeño chalet de techos negros y paredes crema. Plantas y arboles se dejaban ver por todos lados y, tras la casa, se veía un pequeños bosque, que compartían varios vecinos.

- Es preciosa, Inu – Murmuro Kaghome. Su casa era innecesariamente gigante, pero ni de cerca era tan preciosa como esta.

- Mi padre se la regalo a mi madre el dia de su boda – Inuyasha la tomo de los hombros, comenzando a caminar hacia dentro.

- Me encanta este barrio. Es perfecto para criar niños – Murmuro para si misma, pero Inuyasha la escucho, sonriendo enormemente. Esa pequeña pensaba en formar una familia con él.

Al entrar todo estaba en calma. Inuyasha camino hacia la cocina, pero no encontró a nadie, ¿Dónde estaría su madre y su hermana?

-¿Madre? ¿Rin? – Pregunto en voz alta y al instante escucho pasos acelerados en la planta alta.

InfielesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora