Feliz Navidad Dobe

Planes casi infalibles

Había dos cosas que Sasuke odiaba más que a nada en el mundo.

Primero que nada, las chicas (Ya fueran omegas, betas o hasta alfas) todas eran fastidiosas y molestas con sus "Kya-Kya" a donde quiera que fuese. Y eso solo por verlo, al enterarse de que era un Uchiha y un Alfa, el aire se llenaba de un penetrante, y hasta repugnante, olor a feromonas que haría a muchos Alfas débiles serían capaces de perder el control.

Y segundo y más importante: Odiaba las sorpresas, sobre todo aquellas que arruinaban completamente sus planes que normalmente estaban perfectamente calculados.

Por eso en vez de estar en su casa estudiando para los benditos exámenes de invierno, leyendo alguna novela de misterio, o simplemente dentro de las calientes y acogedoras paredes de su hogar; estaba en aquella concurrida, ruidosa y desesperante tienda departamental de una de las plazas comerciales más grandes de su ciudad, junto con las molestas e inmaduras personas que se hacían llamar sus amigos de la secundaria, buscando con desespero entre los miles y miles de pasillos como si su vida dependiera de ello.

Podía escuchar las burlas de Suigetsu sobre comprar lencería, para que al final el regalo fuera para el propio Uchiha; los reclamos de Karin sobre escoger algo delicado y lindo (suponía que ella estaba en un mundo fantástico sobre que Sasuke se le declaraba con un regalo en Navidad); los cortos comentarios de Juugo que estaba más interesado en encontrar un regalo para su omega deseado que en ayudar a su amigo; y por último, la irritante discusión entre Sakura y Hinata sobre que golosinas poner en la fiesta de Navidad de la familia Uchiha a la que, para su desgracia, habían sido invitadas, y encargadas de la planeación de la fiesta para los más jóvenes.

Sasuke miraba con odio el paquete de chocolate con un dibujo risueño de Santa Claus sonriente como imagen promocional, como si quisiera que le salieran llamas negras y desapareciera por haber ocasionado esa estúpida festividad que celebraba el consumismo y la hipocresía a nivel mundial.

¿Por qué no simplemente arrojaba esa porquería de vuelta al lugar de donde lo había tomado, se daba la media vuelta, salía del establecimiento, tomaba su moto y se largaba a su casa y dejar allí a esa bola de idiotas?

-¡Sasuke! ¿Me estas escuchando? –La voz chillona e irritante de Sakura, junto con el tronar de sus dedos frente a su cara, lo despertaron de aquella maravillosa fantasía en la que volvía a su casa y los dejaba solos a su suerte. La miro con un gesto de odio mientras soltaba aquella porquería y cruzaba los brazos, en señal de "No sé, ni me importa lo que sea que estén discutiendo".

Por desgracia, Sakura era una Alfa con los pantalones bien puestos, y a diferencia de otras féminas descerebradas que con una sola mirada sus bragas desaparecían, ella tenía al menos unas neuronas vivas y le hacían pensar antes de actuar como perra en celo por su atención.

-Te estoy hablando desde hace siglos, ¿Cuál color deberíamos usar para los manteles? Yo digo que rojo, Hinata dice que blanco y Sai que verde. Es tu casa, ayuda al menos a decidir.

-Negro –Dijo como si nada el moreno mientras volvía a mirar el estúpido estante con cosas para fiesta, buscando algo que fuera el perfecto regalo de Navidad.

El silencio gobernó unos gloriosos 5 segundos de paz, donde todos los que estuvieran en el pasillo, tanto amigos como desconocidos, lo habían visto como si le faltara un tornillo antes de seguir con su vida, o en caso de Sakura, calmar las intenciones homicidas que bullían en su interior que deseaban descargarse sobre el Uchiha.

-Más te vale que sea una broma –Sip, los 5 segundos de paz terminaron, de esa manera no podría darle un regalo perfecto a ese Dobe.

-Sí, Sakura, es una broma, mira como me estoy partiendo de la risa en el suelo –Dijo como si nada mientras empezaba a caminar con las manos en los bolsillos para seguir buscando, y aprovechando que Hinata, Ten-ten y Sai trataban de controlarla, ya que estaba a punto de cometer asesinato.