Era la quinta vez en la semana que me enviaban a patrullar los establos. Como si algo muy interesante pudiera pasarle a los pegasos dentro de los límites del palacio. Trueno relinchó cuando pasé cerca de él por tercera vez.
—Somos dos —le contesté—. Este debe ser el día más aburrido de mi vida, ni si quiera he tenido un mensaje de —.
Como si algún Dios benevolente y amable me hubiera oído, James apareció corriendo por la puerta este de los establos. No tenía puesto el uniforme, tenía su cabello castaño empapado en sudor, y estaba rojo hasta las orejas.
—Aquí estás —soltó agotado. Corrió hasta a mí y se apoyó en la puerta de Trueno, sorprendiéndolo tanto como a mí.
—Hey, ¿qué te pasa? ¿por qué me buscas así?
—Dónde... Dónde tienes... —apenas podía respirar, debía llevar un muy buen rato buscándome para estar así. Me abrí uno de los bolsillos del pantalón y le pasé mi cantimplora pequeña, que se bebió casi de un trago—. Alarik, ¿se puede saber dónde tienes tu omnikap?[5] Tenemos un problema.
—¿Qué? Pero si lo tengo justo —me abrí el bolsillo del brazo, y en cambio tenía un sobre con algo adentro y un peso que simulaba el de mi kap.
El sobre era rojo y estaba sellado con un timbre blanco. Como siempre.
—¿Helena? —soltó James tan sorprendido como yo; hace años que no sabía de ella directamente, y claramente se había esforzado para que esto llegara a mis manos. Abrí el sobre con cuidado, adentro había una carta breve y una nota. La nota decía simplemente «Está en la oficina del capitán general» y tenía algunos dibujos garabateados en las orillas, como un corazón y una carita burlesca.
Solté una maldición y empecé a correr. James me siguió de cerca, sin perder el ritmo ni por un instante. Subimos hasta el tercer piso de la tercera torre norte, pero me detuve frente a la puerta, sin querer entrar; en mi mente, esa todavía era la oficina de mi padre. Me aproximé dubitativo, hasta que el escáner detectó mi biometría y me dejó pasar. Encima del escritorio empolvado estaba mi kap, y otro sobre, más grande y grueso que el de mi chaqueta.
Me lo guardé en uno de los bolsillos traseros de mi pantalón, y abrí mi kap. Tres llamadas perdidas de la reina, seis del rey, diez de James, y el resto eran de los niños. Todo en menos de media hora.
—¿Qué está pasando? —le solté a James.
—Esto es lo que tengo que explicarte —tosió y apartó de su cara la nube de polvo—. Tenemos un problema. Se abrió un portal, en la provincia de Krypto, mira —estiró su brazo y con un kap proyectó un mapa holográfico frente a mí, el cual recorrió rápidamente desde donde estaba el palacio hasta Krypto. A aproximadamente cinco kilómetros al oeste de Ka'ahl, parpadeaba un punto azul.
—¿Por qué es azul? —pregunté con la lejana esperanza de que me dijera que era un error.
—Algo cruzó. Algo con sangre de aquí, sangre de Vrao. Y la —.
—¿Desde Tierra–3? Pero... Pero puede ser cualquier cosa.
—Bueno, la reina no cree eso. Quiere que vayas a investigar.
Solté un suspiro cansado.
Sostuve mi kap frente a mí y expandí la pantalla para revisar las rondas de patrullaje y los informes recientes. Las letras en verde brillante flotaban frente a mí, pero sólo un nombre llamó mi atención.
—Tu primo está patrullando el área. Tal vez deberías ir conmigo.
James no me contestó y siguió de largo a revisar los informes.
15.7.6512. 23:52. U17: Posible avistamiento de rebeldes. Leer más.
15.7.6512. 27:36. P34: Actividad no-humana neutralizada. Leer más.
15.7.6512. 35:57. U17: Policía local imposible de localizar. Leer más.
16.7.6512. 01:38. U06: Unidad estacionada. Esperando instrucciones.
16.7.6512. 02:20. U06: Robo nocturno; ladrón prófugo. Leer más.
16.7.6512. 03:17. U06: Ladrón atrapado; no-humano. Leer más.
16.7.6512. 10:06. U17: [Act.] Policías posiblemente muertos. Leer más.
Le empujé la mano con la mía y cerré su holograma. Puse mi kap sobre mi muñeca derecha y lo presioné tres veces; una banda elástica salió del dispositivo, rodeó mi antebrazo y se conectó a sí mismo del otro lado. Pasé la mano por encima y me indicó la hora: veintiséis con doce minutos.
—No puedo ir contigo —anunció James, lucía pálido y triste. Le encantaba salir en misiones conmigo, no me imaginaba qué podría retenerlo en el palacio.
—¿Estás bien?
Le tomé una mejilla y agaché la cabeza para verlo a los ojos, pero esquivó mi mirada.
—Sí... pero tal vez tú no. Alarik, tenemos una violación en el sistema, y una grave. Alguien te ha estado asignando turnos extraños por más de una semana. Así es como lograron sacarte el omnikap. Y por qué nadie podía encontrarte. Hice una revisión general y creo que tú y los niños están en peligro.
Sólo cuando parpadeé me di cuenta de que había alzado ambas cejas. Y que estaba conteniendo el aire.
—¿Yo y los niños? ¿Todos los niños?
—Al menos los mayores. Isis y Amón están comprometidos totalmente, tenemos que reubicarlos con urgencia. A Dustin le han secuestrado su agenda digital por completo, y ya sabes cómo es con las claves, probablemente ya leyeron hasta su diario de vida.
—¿Por qué? ¿Por qué ahora?
James levantó la vista por fin y clavó sus ojos grises en los míos. Apretó los labios e inclinó la cabeza. Eran pocas las ocasiones en que me miraba con tanta preocupación.
—Creo que está conectado con nuestra visita inesperada. Parece que la URL llevaba un tiempo planificando esto, para que no pudiéramos apagar dos incendios al mismo tiempo. Y no podemos, no estos dos en particular.
Inconscientemente, me llevé una mano al pelo y me lo peiné hacia atrás varias veces. James agarró mi mano que todavía seguía en su mejilla y me puso algo en la palma. Era mi medallón, el que me hizo mi madre.
—Llévatelo. Yo voy a estar acá estacionado por un tiempo, apagando un incendio informático que nadie más puede solucionar. La reina pretende enviarte con los niños a algún lado, aún no sé dónde, pero no creo que le tome mucho rato decidir. No sé cuándo te volveré a ver y necesito que me prometas que te vas a cuidar.
Tragué saliva y asentí. Además de mi mamá, en mi vida nadie se había preocupado de mí como lo hacía James.
Quince minutos más tarde, luego de un cambio de ropa y una increíblemente rápida solicitud de cristales teletransportadores, me encontraba yo rodeado de vegetación y escuchando el murmullo de la multitud de voces del mercado de Ka'ahl. Me puse la capucha y empecé a caminar, lejos del pequeño pueblo, hacia lo que sea que había provocado la alteración. Con algo de suerte, alguna de las criaturas de la región se desharía de mi problema antes de que creciera demasiado.
5. Dispositivo de biopolímero extremadamente ligero que se utiliza como medio de comunicación instantáneo; a través de la red permite acceso a diversas funciones según el modelo.
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Sangre Azul I - Regreso a casa. (Actualizado).
General FictionAsí que, ¿quieres saber cómo se desató la Guerra de Sucesión del Imperio Humano? Pues tienes aquí la crónica que sigue a quienes luego serían sus protagonistas. A través de diarios personales, reportes y entrevistas, podrás sentir en la piel la tens...