19 El café debe beberse amargo

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Entonces, lector, te advierto que si llegaste hasta aquí, es tu turno para morir.

Deja el libro abierto sobre la mesa, no lo asusta la frase, si no que hirve el agua. El hombre toma la pava y vierte el contenido en la taza azul. El café en saquitos tiñe el agua del característico color negro. El hombre se sienta alrededor de la mesa y ve cómo el vapor (caliente aún) forma pequeñas espirales. 1... 2... 3 cucharadas cuenta de azúcar y las tira con ansias dentro de la taza. Revuelve el brebaje y, al sacar la cuchara, ve cómo el reflejo se agita, de un lado a otro y en todas direcciones, dejando en evidencia la barba de tres días que no afeitó. Como no sabe a qué temperatura está el café, lo sopla y el vapor le abre los poros de la cara.

Toma un trago que le quema la lengua. Repite este accionar (soplar y beber), hasta que ya está tibio. Entonces, su mente deja de mirar el reflejo y empieza a divagar, mientras sus ojos enfocan objetos (sillas, libreros, naipes, cajas), hasta que se cruza un espejo y reconoce a un hombre viejo, solo y amargado, con rulos castaños, ásperos, secos y rebeldes. Lo divisa sentado en una mesa, bebiendo el café que exhala sus últimos espirales de vapor. Más en las sombras ve una silueta, parecida a una figura humana a la cuál no se destacan sus rasgos. Un haz de luz, como el reflejo de un metal brillante al que alcanzan los rayos lumínicos, lo alarma. Entonces voltea y le clavan un cuchillo. El extraño se acerca, saca el cuchillo del cuerpo y lo deposita sobre la mesa; mira al hombre desangrándose, se inclina sobre él para observarlo mejor, tuerce un poco la cabeza, acomoda sus cabellos que caían sobre el lado izquierdo de la cara y los coloca detrás de la oreja; con la derecha saca del bolsillo un atado de cigarrillos, golpea la ranura abierta del paquete en su pecho, y sale un cigarrillo; con sus labios lo aprieta y con un encendedor lo prende. Tiene las manos en los bolsillos y fuma, alguna que otra ceniza cae sobre su pantalón beige. Su vestimenta no era para nada extraña: camiseta gris con cuello de tortuga, camisa blanca, suéter azul escote en "v"; exhala el humo con mirada fría, cierra el libro y lee:

–El café debe beberse amargo... como la muerte.

Feria de SensacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora