20 El final perfecto

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Desde Renacentía partió Alex Kessler en busca de cumplir su sueño. Hacía cuatro años que estaba en proceso de escribir su primera novela y la meta que tenía era finalizarla en el Jardín Botánico de La Capital.

Aprovechó la celebración de la Feria del Libro para viajar. Tres meses pasó desde la última frase en estado de espera. Llegado a la ciudad se dirigió al parque y examinó las inmediaciones.

Dilucidó una fuente. La belleza de dos mujeres, que sostenían los platos por donde el agua se escurría, le pareció por demás exquisita.

Sacó el manuscrito que recelosamente llevaba polvo acumulado.

–¿Usted es escritor?

El curioso se inmiscuía en su asunto y, en el arrebato, metió el manuscrito en la campera.

–Disculpe, ¿lo molesto?

–Sí.

–Bueno –y se sentó junto a Alex.

–Le dije que me molesta.

–¿Qué le molesta?

–Usted.

–Y... qué se le va a hacer... no se le puede agradar a todos.

–No sea irónico –agarró sus cosas y buscó un nuevo banco. Se reinstaló...

–¿De qué versa su novela?

Otra vez el curioso.

–No le interesa, aparte: ¿quién le dijo que es una novela?

–Me lo figuro por la extensión; no es como Los Sorias pero importante es el tamaño, aunque hay que ver la calidad.

–Veo que ha leído al maestro Laiseca. ¿Qué le parece?

–Un genio, ya le llegará el reconocimiento que se merece. La juventud lo sigue mucho.

–¡Ojalá fuera mi maestro; aprendería muchas cosas de él!

–Podés aprender, pero tenés que tener talento, si no es al pedo.

–Ya he sido amable con usted –dijo Alex irritado– Ahora podría dejarme terminar mi novela, ¿no?

–Lo haría de no ser que no sabe cómo terminarla.

–Tiene razón, pero no voy a poder avanzar nada si usted me sigue interrumpiendo.

–¡Yo le daré el final! –Alex observa con atención; el curioso camina hacia la fuente, saca un revolver, lo apoya en la oreja izquierda y jala del gatillo.

El sonido rompe la calma del jardín. El cuerpo cae en la fuente y tiñe de rojo el agua. Alex corre a la fuente. El cuerpo desaparece, solo queda el agua roja y la ropa flotando.

–Ese... –sorprendido– es... el final perfecto.

Feria de SensacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora