21 Bombas

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Apagué el amplificador. 30 minutos de ensayo en el cuarto de lavado son suficientes para que las cicatrices, todavía jóvenes de mis manos, ardan como la pasión que desato al tocar la guitarra.

Enciendo la tele, pongo el noticiero: la guerra, Estados Unidos (lo que queda) bombardea a la Argentina. Asustado apago el aparato, me quedo mudo. Crece el zumbido en los oídos como el silencio en la ciudad. Crece, se acaudala, silencio del puro y sagrado. Tomo la guitarra y al momento de encender el amplificador: explosiones, estruendos, gritos. Las bombas nos han alcanzado.

Me meto bajo la mesa. Al cabo de unos minutos puedo salir. Me encuentro con un panorama desesperado, un retrato del caos.

Escombros, fuego y silencio en el cielo. En la tierra, gritos, llanto, corridas. ¿Dónde está la legión de antihéroes? ¿Por qué no detuvieron a los bombarderos? Esto sucede cuando los adultos son ambiciosos, idiotas y no dejan actuar a los que saben y quieren el bien.

Enciendo de nuevo la televisión. "A los argentinos que quieran vivir, aquellos que no aceptan la voluntad de La Bruja; las minorías cuando no individuos, la legión les ofrece refugio en la Isla de los hielos".

Tomo mi long–board, mi campera de cuero, alisto una mochila y salgo. No voy a quedarme a morir por decisiones estúpidas, yo prefiero sobrevivir y pensar.

Feria de SensacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora