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HIKARU MOVIÓ A AMANE DETRÁS DE ELLA. Sea quien sea ese chico, no le daba una buena espina a la Yoake, mucho menos la sonrisa que se llevaba encima, y por la reacción que tuvo Amane al verlo, Hikaru supo que no era ningún angelito buscando ayudarles. Le dedico una mirada fulminante, como si quisiera decir que se identificara o algo por el estilo, la actitud de la joven provocó las risas del otro.
—¿Quién eres? —pregunta en un tono no tan alto, seguía con la idea de que algún profesor podía encontrarlos y mandarlos a dirección y, por supuesto, era lo que menos deseaba.
El de orbes color ámbar quita sus sonrisa por un rato, ladeando su cabeza de forma inocente, como si de un niño pequeño se tratará. Luego rié por la actitud sobreprotectora de la fémina, no dejar que se acerque y lo primero que pregunta es quien es, no parece asustada como Amane, lo cual le resulta bastante
—¿Amane no te ha hablado de mi? —cuestiona, su voz es parecida a la del barón que tiene detrás suyo, solo que esta tiene un toque juguetón que la del Yugi no tiene.
—¿Por qué tendría que hablarme de ti? —respondió con una pregunta igualmente, viendo cómo la sonrisa maliciosa del chico se hacía más grande.
—Quizás, ¿Por qué necesitas saber de mi? —se acercó a ella, inclinando levemente su cuerpo hacia el de ella buscando ponerla nerviosa.
—Mmh, no lo creo —respondió mirándole, ahora que lo tenía de cerca era mucho más fácil analizar su rostro y reacciones.
Curiosamente, él era idéntico a Amane, lo que les diferenciaba eran lo que sus ojos podrían llegar a expresar, por ejemplo, los ojos del joven que tenía en frente emanaban pura malicia, algo que le resultaba bastante interesante a la Yoake.
—¡Hikaru-chan es bastante entretenida!
El rostro de la Yoake se deforma en una mueca de asco escuchar su nombre salir de su boca con esa alegría mientras intentaba sacarla de quicio le hacía hervir la sangre, lo más que podía era guardar la calma y no dejarse llevar por la intención del orbes ámbar.
—¿Quién te dio permiso para llamarme así, y cómo sabes mi nombre? —preguntó, molesta por el reviente llamado, escuchar su nombre salir de esa boca con ese tono se le hacia fastidioso.
—¿Uh? —pronunció confundido, aunque eso no duró mucho, ya que se oyeron esas risas burlonas de su parte—. Al parecer Amane no lo ha mencionado, eso me pone triste —llevó su dedo índice a su barbilla, dudoso.
Hikaru gruñó, no sabía bien sus intenciones, pero era más que claro que no sería nada bonito y alegre, bueno, ¡Era de esperarse! El apareció de la nada, riendo entre los pasillos oscuros del viejo edificio, ¿Quién en su santo juicio hace algo como eso? A menos que quieras jugarle una broma, no se te ocurrirá hacerle eso a alguien si no quieres que te hagan lo mismo para devolver el favor.
