Piedad

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(Tn) observó con detenimiento a Michael, su propuesta era inesperada, pero no se trataba de un truco. Por la expresión que tenía él supo que esto es solo un intentó de retener su atención aunque sea por un minuto más.
  
 

- De acuerdo.- Accedió. - Pero qué haremos con Venable.-

- Si nos vamos ahora podremos ir y venir sin que nadie se entere.- Se acercó a ella y le tendió su mano.
- ¿Puedo?-
 
 
 
Ella aceptó su mano, ambos se acostaron en el suelo uno al lado del otro y después de entonar el conjuro se hundieron en la profundidad del infierno.

Cuando (Tn) abrió los ojos de inmediato reconoció el lugar: La Casa del Crimen. En una de las habitaciones se escuchaban voces, se acercó y pudo distinguir la voz de Tate.

 

- Tú no eres mi hijo ¡Eres un monstruo!-
 
 

Cuando entró al cuarto no había nadie, pero aquella discusión se escuchaba como un eco que retumba en las paredes. Mientras bajaba las escaleras escuchó los regaños de Ben y llanto de Vivien, cuando llegó al salón principal se topó con la voz de Constance.

 

- Estoy cansada de cargar con la pena y miseria que traes a esta casa. Deja de justificar todas tus acciones como si fueras un niño ¡No eres un niño!- Jamás había escuchado a Constante hablarle así a Michael. - ¡Mi nieto era un niño! Puedo ver sus ojos en los tuyo y por los restos de su voz salir de tu garganta, pero no eres él. ¡Vete! No me  importa a dónde vayas, solo no regreses. ¡Yo no te quiero!-

 

Se alejo de ahí con rumbo a la puerta, que para su sorpresa estaba abierta y afuera parecía haber alguien, por un momento creyó que se trataba de Michael. Estaba equivocada, la silueta en el jardín era ella, una copia exacta de ella.

 
 
- ¿Qué es esto?- Iba a acercarse, pero llegó un chico. - ¿Tim?-
 
 
 
El antiguo compañero de Michael estaba al lado de su copia. (Tn) estaba muy confundida, quizás no entendía del todo bien como funcionaba el infierno, sin embargo eso era imposible que la alma de Tim estuviera ahí si ella misma había roto la maldición que les pusieron los hechiceros.

Y su confusión fue aún más grande al ver como las dos "personas" frente a ella se besaban.
 
  

- Ay no.- Intentó separarlos, pero su mano los atravesó. - No son nuestras almas, son ilusiones.-

- Pues desde aquí se ven muy reales.- Escuchó la voz de Michael detrás de ella.

 

Volteó a verlo y su expresión confusa se transformó de inmediato a una de gran preocupación. En la puerta estaba de rodillas Michael lleno de golpes y cortes, solo llevaba puesto un pantalón rasgado, sus muñecas eran aprisionadas por grilletes, también estaba sujetado del cuello con grandes cadenas.

 

- ¡Michael!- Corrió hacia él y se inclinó a su altura. - ¿Qué te paso?-

- No te preocupes, estoy bien.- Intentó sonreír, pero solo logro hacer una nueva de dolor, al sentir las manos de (Tn) sobre sus moretones.

- Necesito curarte, ¿Cómo me deshago de esto?- Se refirió a las cadenas.

- No puedes quitarlas, son parte de mi. Estoy atado a este lugar, como todos los demás.- Explicó.

- Pero se supone que solo quienes mueren en la propiedad quedan atrapados en ella.- La ojiverde se levantó del suelo e intentó usar su magia para romper la cadena del cuello del rubio.

El Diablo En Mi •Michael Langdon X (Tn)•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora