Lo último que John recordaba era haber peleado con Alex e irse a dormir. Él sabía que su habitación no estaba ocupada, Alex seguramente había terminado por acostarse en su oficina y John apenas tocó el sillón, cayó rendido. Un sueño pesado lo cubrió de pies a cabezas antes de poder terminar la maratón de varias series que Netflix le había recomendado y él había guardado en su lista para después. Tenía que admitirlo, ese espectáculo de semidioses y el otro de rumores en Nueva York, estaban muy buenos, o eso recordaba porque en este momento estaba en cualquier otro lugar menos en la comodidad de su sofá.
Frente a él había una nota que parecía estar codificada en una especie de poesía muy mala. Esta decía:
"Para encontrar el verdadero camino,
las dos almas deben reencontrarse,
obstáculos, pruebas y dificultades,
si despertar es el inicio"Era un tanto cifrada y más porque la había encontrado en un escritorio donde él estaba sentado, se levantó y vio a su alrededor, en el centro del salón había dos sillas, una frente a la otra, detrás de estas, sobre el rellano de la chimenea, una calavera con varias hojas debajo de la misma. Sus pies lo guiaron hasta allá y comenzó a revisar las cartas.
-¿Señor John Laurens? -rápidamente la abrió y comenzó a leer su contenido.
Aparentemente, una señora había desaparecido de la ciudad de una forma inusual, llevaba un sombrero dentro del auto donde la vieron por última vez y eso fue a las doce de la noche del día anterior. Lo más extraño era que lo llamaban detective.
-¡Señora Reynolds! -aquel nombre salió de su boca sin que supiera su significado, casi al instante, una mujer apareció en la habitación de John, una bandeja con té en sus manos.
-Ya le dije que no me llame por mi nombre de casada, John. Prefiero Lewis o solo dígame Maria -comenzó a servir el té y en pocos segundos le entregó la taza exactamente como le gustaba-. ¿Aún extraña a Alexander?
Ese nombre despertó a John en el instante, si él y Maria estaban aquí, era obvio que su esposo también lo estaba. Necesitaba disculparse con él por la pelea.
-¿Alexander? ¿Dónde está?
-Querido -suspiró señalando la silla vacía-, a pesar de que se casó con Eliza sigues manteniendo su asiento desocupado.
Si al inicio, John creía que esto era real, en este momento su teoría se había volteado por completo. Él estaba casado con Alex, no Eliza. Alex era su esposo. Sin embargo, algo no le permitió decir eso, sino que preguntó por otra cuestión.
-¿Dónde vive? ¿Está cerca? -agarró el abrigo de la silla y se pasó la bufanda por el cuello, sus rizos al natural.
-A dos calles de aquí. Pero John, por favor, no cometa otra impruden...
Y no logró escuchar qué más dijo la señora Lewis porque él estaba corriendo a la casa de los Hamilton. No sabía cómo, pero supo cuando estaba en la casa correcta, cuando tocó la puerta y presionó el botón del timbre, cuando un Alex con el pelo revuelto abrió el pedazo de madera que los separaba.
-¿John Laurens? Pensé que habíamos dejado todo claro...
-¡Alex! -soltó interrumpiendo al hombre que se veía como su esposo, mas no parecía mantener la misma relación- Alex, perdóname, no quise decir eso en la tarde, prometimos algo y no lo cumplí, discúlpame.
-¿Este es otro de tus actuaciones para tus casos, John?
-No. No me digas así, sé que puedes estar enojado, pero... Alex, por favor. Debí escucharte, sé que él no te agrada, no debí dejar que Francis entrara a la casa.
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In the Winter's Trail - one shots lams
RandomEsta es una colección de historias, algunos cuentos y por lo general one-shots de parejas que rondan a menudo en mi cabeza. Adéntrate a mi mundo si te atreves, quedas advertido. Para más información, revisar el índice. Incluye: • Lams • Kingbury • H...