¿Máscara o gorro?

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Tenía sus dos opciones en ambas manos, y las miraba muy indeciso. Estaba en forma humana, pero quería tener su detalle de oso siempre. Gracias a Vegetta había conseguido transformarse en esa forma, pero...

Dejó caer la máscara y el gorro al suelo, y la primera hizo un ruido ensordecedor, y se cogió de los pelos. Su mejor amigo llegó lo más rápido que pudo, viendo que le había pasado al antes oso. Se tranquilizó al ver que estaba bien. Bueno, menos por sus pelos que eran estirados.

— ¿Qué te pasa ahora? -dijo el de gafas.
— ¡No sé que escoger! Me gustan mucho, pero solo puedo usar uno...
— Puedes ir alternándolos, ¿sabes?
— ¿Y cuándo uso cada uno? ¡Es también una decisión muy difícil! No puedo...

Estuvieron pensando en aquello durante unos, más o menos, veinte minutos. Ah, pero ninguno sabía que hacer. Aunque Mangel tampoco quería hacer mucho, no era su problema...

Alguien llamó a la puerta, y el de ojos grises se levantó a abrir. Al otro lado estaba Vegetta, que parecía un poco inquieto.

— Llevo esperándote un buen rato. ¿Qué haces? Necesitan a los cocis.
— Lo siento, pero es que Rubiuh está aquí con un problema existencial.
— ¿Qué problema? -seguro que ya ha hecho algo ilegal, pensó.

Pasaron y le explicaron la situación. Y la solución que les dio fue asombrosa.

—Bueno, el gorro puedes usarlo en épocas frías, y la máscara en el resto de épocas -ambos le miraban incrédulos; parecían niños-. Tampoco era tan complicado.
— ¡Tienes razón! Ahora mismo -y se puso la máscara-. ¿Qué tal estoy?
— Te ves muy bien con máscara -el de ojos verdes se quedó mirando al otro como un idiota.
— T-tú también... -se hizo una facepalm metal por su gran fallo-. ¡Me refiero — tú siempre te ves bien y eso!

Los tres se callaron, y el antes oso quería que la tierra le tragase. Sin embargo, el amante del morado se lo tomó bien, y se rio suavemente. Rubius soltó unas risas nerviosas, mientras Mangel solo los miraba, con una sonrisa en su rostro.

Menudo par están hechos, pensó el de banda azul. Eran tan contrarios, y aun así habían logrado llevarse bien. Se sentía orgulloso de su mejor amigo. Rubius era idiota, y de todas las maneras, pero era su idiota.

Aunque, quien sabe, a lo mejor pasa a ser el idiota de Vegetta. Mangel no dudaría en entregárselo.

Vende tu alma, pero añade el IVA [Karmaland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora