Cuando te Fuiste...

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Entré al estudio de mi mansión con una taza de café en mis manos, había olvidado su aspecto. No suelo utilizar esa habitación, tan tranquila, tan silenciosa y solitaria. Quizás opté por visitarla aquel día porque me encontraba igual que ella, en silencio, solo y de cierta forma abandonado. No quería hablar con nadie, no quería estar con nadie, solo me quería sentir parte de algún lugar, comprendido de alguna manera en aquella habitación que proyectaba mi verdadera apariencia demacrada. Que ironía que nos viniéramos a encontrar como iguales, con la única diferencia de que yo estaba un poco mas vacío que ella.

Encontré la superficie de mi escritorio envuelta en una capa de polvo, así como el librero y el sofá. Coloqué mi taza en él y tomé asiento frente a ella, con un soplido me deshice de la gran mayoría de partículas que lo cubrían, tomé la rendija del cajón y tiré de ella para tomar mi libreta y un bolígrafo. Esa libreta que por tanto tiempo no había utilizado, en la que solía escribir cada que tenía la necesidad y que no tenía a quien acudir, así como en ocasiones como esta. Ahora tenía un olor a papel viejo y húmedo, con las hojas rugosas y de un color amarillento.

La abrí para localizar un espacio en blanco y me decidí a escribirle a él mas no sabía porqué. Algunos me hubieran dicho que no valdría la pena dedicarle mas palabras y sé que tienen razón, era por eso que ahora me encontraba solo. Plasmando palabras en papel, palabras que sé que jamás serán leídas y que quedarán atascadas en mi garganta por el resto de mis días. Que de haber tenido el coraje suficiente se las habría escupido en la cara desde aquel día, el día que me abandonó, que decidió marcharse sin importarle lo que yo pudiera a sentir, en que firmó ese contrato sin haberme preguntado que pensaba al respecto. Ese día que llegó y me dijo adiós y que aún no soy capaz de recordar sin derramar una lágrima.

Encendí un cigarrillo e inhalé de él, no se porque lo hice en mi integridad como deportista, quizás porque dicen que tranquiliza los nervios y que alivia un poco la depresión, pero en un instante deje que se consumiera por sí solo en el cenicero frente a mi. Opté por sorber de mi taza y que el sabor del café inundara mi garganta, un sabor tan amargo como mi estado de ánimo. A diferencia de la nicotina del cigarrillo, la cafeína me haría poner mas de nervios pero eso ya no importaba ahora que con mis ojos conteniendo agua se clavaban en esa libreta de papel en la que quise con todas mis fuerzas  escribir un simple "Te odio" que abarcara por completo la hoja.

Odiarlo era lo que quería sentir, lo que necesitaba. Sería mucho más fácil arrancarlo de mi vida de esa manera, gritarle insultos, llamarlo "traidor", escupir en sus recuerdos y quemar todo lo que tuviera su nombre, así como los hinchas lo hicieron y continúan haciéndolo. A veces siento un poco de envidia hacia ellos por tener el coraje para hacerlo, aunque sé que en el fondo de cada uno de ellos el recuerdo sigue ardiendo en su interior, no les será fácil olvidarlo y si ellos sintieron eso, es entonces cuando me pregunto si alguien habrá tenido la mínima idea de como me sentí yo, que ahora estoy sentado con un bolígrafo en mi puño izquierdo y reforzando el nudo de mi garganta.

"Querido amigo.. desde que tu partiste todo ha sido novedad, hace falta ver a Klopp correteando a ese pequeño castaño cuando no quería acatar las indicaciones, o ese que me obligaba a portar los guantes de Roman y me tiraba varios balones a la vez para burlarse de mi nulo talento como arquero. El pequeño que aprovechaba cualquier tropiezo de alguno de sus compañeros para tirársele encima, o ese que nos llegó a sacar mas de un susto a todos por fingir una lesión seria y a los pocos segundos se levantaba carcajeándose de las caras de preocupación del resto.
Admito que en este momento mis labios formaron una ligera sonrisa llena de nostalgia, solo de revivir esos recuerdos en mi memoria.

Ahora que no estás, no ha habido día en el que Jürgen no me mire con ojos lastimeros, debe saber lo mucho que te extraño, lo mucho que me haces falta. Cuando paso junto a él y me palmea en la espalda sé que siente pena por mi, me llegó a descubrir roto en llanto en algunas ocasiones e incluso me justificó en ciertas faltas a los entrenamientos que tuve debido a la incapacidad que tenía de levantarme de la cama tras una desastrosa noche rodando en el colchón sin poder conciliar el sueño porque todo lo que podía hacer bien en esos días era pensarte.

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⏰ Última actualización: Nov 21, 2014 ⏰

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