S I E T E

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Cuarto día de la semana (+18)

   Algunos pequeños rayos de Sol que se colaban por el gran ventanal del establo y el cantar de los pájaros ocasionaron que mis ojos se abrieran lentamente, mientras que mis sentidos lo hicieron de golpe al sentir la presencia de un cuerpo justo a mi lado. Era Joseph.

¡MIERDA! ¡ERA JOSEPH!

-Joe...- susurré lentamente en su oído.

Hizo un pequeño sonido con su boca y se acomodó más contra mí. Su tacto se sentía cálido, esta sensación de tener a alguien a mi lado realmente era satisfactoria. Me hacía sentir bien.

-Pequeño...- lo observé detenidamente, sus ojos se cerraban más fuerte, sus orejas se tornaban rojas mientras que su rostro comenzaba a calentarse. Era una fiesta de arte visual.

-Déjame quedarme así un rato más...

-Tu designado...-no encontraba palabras, realmente estaba sorprendido de que me hiciera esa petición.

-Es domingo...él despierta hasta el medio día...

-Entonces...te abrazaré hasta que despierte- me pegué más a él, mientras que mi nariz tocaba suavemente su mejilla.

-¡Benjamín!¡Basta!

-¿Por qué?

-Porque me causa cosquillas- ¿Por qué los ángeles se ríen tan tiernamente?

-Entonces...no me detendré- seguí olfateando su mejilla para luego moverme hasta su nuca

-Basta...basta- empezó a alejarme para luego rodar sobre si mismo, hasta quedar frente a mí, ambos rostros tan cerca.

¿Por qué mi respiración se detuvo?

-Eres...realmente precioso- con mi mano acaricié suavemente su mejilla.

¿Qué es esta sensación de revoloteos en mi estómago?

-¡Ben! ¡No digas eso, soy tímido!- resguardó su cabeza en mi pecho.

Moví mi mano en dirección a su barbilla para luego alzarla, allí entre la claridad de la mañana, el cantar de los pájaros y la suave brisa observé a un ángel de verdad, rostro celestial, una divinidad. Poco me importaba que su cabello estuviese enmarañado, sus ojos aún no estuviesen abiertos completamente...solo podían pensar en lo hermoso que era.

Observé cada detalle de su rostro, sus pequeñas pecas, su nariz nubia, sus ojos color hazel, se veían tan dulces en este momento, asumo que era por el brillo que tenían.

¿Soy especial para ti?

-Ben...-susurró mi nombre, su voz sonaba tan suave, en mi cuerpo lo sentí como una caricia.

Finalmente mi vista bajo hasta sus labios, tan rojos, tan apetecibles y quería que fueran tan míos.

¿Estoy mal si realmente te quiero?

En un ritmo realmente desesperante me acerqué a sus labios...dulces. El hambre de querer más de él provocó que mi rostro cambiara de ángulo. Sus besos eran torpes pero lo suficientemente adictivos para un idiota como yo.

El demonio con forma de ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora