Passion (Lams Month)

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A John le gustaba dibujar. Era ese talento secreto del que los niños se burlaban cuando era pequeño, pero que cuando era adulto le servía de mucho, excepto porque no estaba en ninguno de los dos bandos, sino que se encontraba en la universidad con varias preguntas más que respuestas, un juego de la botella y sus acompañantes que estaban borrachos hasta la coronilla. A esta hora debería estar estudiando en su habitación o durmiendo para que al día siguiente no amaneciera con unas orejas que se confundían con los anteojos de un mapache.

La melodía repetitiva explotaba por los parlantes, la botella había dado en un nuevo blanco y él, que estaba frente a un pelirrojo que había visto con frecuencia por los pasillos, se arrepintió de no haber bebido nada porque si lo hubiera hecho, nada de esto lo recordaría al día siguiente o del beso que se estaba dando con el chico.

Las manos de John lo agarraron del cuello, enmarcando su rostro, como si estuviera comiéndose una manzana, ambos cambiaron de ángulo para tener mayor acceso a la boca del otro, con determinación a no soltarse de él, introdujo sus dedos en los rizos de fuego del chico. John lo sintió como un beso de mil años, cuando en realidad duró menos de cinco segundos, y que ahora lo hacía retractarse de lo que había dicho antes sobre emborracharse. Definitivamente iba a recordar esta noche.

—Me llamo John —le susurró cuando se separó.

Alex sintió un cosquilleo en su oreja, el rubio se acababa de presentar luego de ese beso que debía ganar un Oscar por mejor beso. Sus labios aún se sentían sobre los del otro, recordaba su suavidad y desenfreno y no lo notó hasta que la música se cortó y el resto de los universitarios gritaron en protesta.

—¡Se fue la luz! —una voz que no reconocía anunció desde una de las esquinas.

En eso una mano lo agarró del codo, levantándolo, y quedando respiración contra respiración, el olor de la colonia de John lo hizo identificarlo en microsegundos. El efecto de su voz, mil veces amplificada por la oscuridad que reinaba sobre la casa, lo hizo estremecerse.

—Acompáñame...

—Alex —tomó su mano y subieron las escaleras—. A ti te acompaño hasta las puertas del infierno.

—Vamos a ir allá y regresar vivos, Alexander.

Después de eso, todo se convirtió en un borrón o al menos así lo recordó Alex, quien ahora que estaba posando frente a su novio en un parque cercano. Sí, su primer encuentro había sido un poco inusual, pero luego de varias citas y una cantidad incontables de besos, hicieron oficial lo suyo y el pelirrojo no podía negarle uno de sus gustos culposos a John, para él, porque para el rubio no era para nada culposo.

—Dibújame como una de tus chicas francesas, John —dijo entre dientes para no desconcentrarlo, él solo esbozó una sonrisa que muy pronto se convertiría en una carcajada, pero Alex no tenía por qué saberlo.

—Demasiado de Di Caprio para ti, Alex. Si te pones así luego de Titanic, no quiero imaginar cómo te pondrás luego del Gran Gatsby —levantó un poco la mirada para copiar el perfil de su novio y volvió al papel, al carboncillo y a un Alex que estaba siendo descubierto en sus manos.

—Los felices años veinte. Me leí el libro hace unos años, espero que la adaptación esté a su altura —se acomodó un rizo que el viento había desubicado.

—Lo es, una de las mejores para mí —enfocado en encontrar la figura que se escondía en su libreta, no notó la acción de Alex, excepto que sí lo hizo—. Déjate el cabello como estaba.

Los ojos violetas de Alex lo voltearon a ver, él inclinó la cabeza como si no comprendiera lo que había escuchado, como un perrito que se paraba frente a ti y esperaba que le dieras comida por tu propia voluntad.

—¿Así? —agarró el mechón de cabello y se lo lanzó frente al rostro, cubriendo la mitad de este y su ojo derecho, por completo.

John negó con la cabeza y dejó de dibujar un rato. El calor de la estación lo había obligado sujetarse su rebelde cabello en una coleta baja, donde parecía que una cascada hecha de oro caía por su espalda.

—No, más como... —lo señaló con su lápiz, cruzando una pierna sobre la otra que quedaba como base.

—¿Mejor? —Alex haló un mechón mucho más largo del lado izquierdo y dejó su oreja a la imaginación porque ahí ahora solo se veían rizos rojos.

—Un diez por esfuerzo, pero no —se relamió los labios y guardó su lápiz en el bolsillo de su pantalón, dejando su libreta en la banca mientras él se levantaba a arreglar el desastre andante que tenía por novio.

Se sentó sobre sus piernas, por simple comodidad y técnica e intentó acomodarle el largo cabello. Si decía que el suyo era indomable, para el cabello de Alex no existía adjetivo para nombrar a esa linda llama que tenía en su cabeza como finos hilos de lava ardiendo tejidos en ondas. Aflojó el lazo y lo observó unos segundos, evaluando si lo había terminado por dañar o al menos había avanzado un poco.

La risa que había ahogado hace unos minutos, salió a la superficie a tomar aire para seguir respirando, al igual que John porque no podía parar de reír. Alex se veía adorable, y aunque sabía que solo lo dejaba a él experimentar con su cabello, le pareció increíblemente tierno que no lo lanzara a la fuente por alborotar a la bestia que tenía de cabello.

—No está mejor, pero...

Alex lo interrumpió sosteniendo su mano de la muñeca y llevándola a donde el moño colgaba, él asintió dándole permiso para dejarlo suelto y John solo obedeció halando el lazo y quedando fascinado por la armonía con la que los rizos se acomodaron sobre los hombros de su novio.

Solo la primera vez que lo vio se podía comparar con las ganas que tenía de besarlo justo en ese momento, en medio del parque con todos los demás estudiantes caminando, no pudo encontrar una mejor excusa para juntar sus labios y sujetarlo de los hombros, a la vez que Alex mantenía todo su peso en solo una mano para llevar la otra a la mejilla de John.

Definitivamente la pasión de John era dibujar y más cuando el modelo era el indicado.

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N/A Un poco de Modern Historical Lams, qué bellos. ¿Adivinen qué canción estaba escuchando? Sí, La Luz de Juanes jajajaja. Y, por supuesto... ¡Feliz cumpleaños, Lin!

In the Winter's Trail - one shots lamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora