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Él hombre sigue escuchando las leves palpitaciones de la criatura que ella cargaba dentro de su vientre.

–¿Cómo se llama...?– El hombre le preguntó a la chica en un tono nervioso.

–No sé, aún ni sé su sexo...– Ella se encoge de hombros y suspira.

–Es una niña...–

–¿Cómo puedes estar tan seguro?–

–La forma de tu vientre, ¿recuerdas...? Aquella noche donde...– Ella lo interrumpe.

–Sí, ya sé. Annedrea, quisiera llamarla Annedrea Estér...–

–Sería hermosa, igual que su madre.– El hombre le dice de la nada.

–Ojalá y no salga inmadura e ignorante cómo su padre.– La chica responde de manera cortante y se va de la sala.

–¿A donde irás?–

–A mi casa, después de todo, no tienes nada que ver conmigo.– La chica se encoge de hombros volteándose, con un dolor inmenso en su corazón sabía que tomaba la decisión correcta.

-Anne Rosario

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